martes, 26 de diciembre de 2023

Apuntes para la Historia de Jalisco y Zacatecas Parte V

 

Apuntes para la Historia de Jalisco y Zacatecas

Bernardo Carlos Casas

5

15 de enero de 2023

 

Brindemos por Tlaquepaque

Uno de nuestros colaboradores, el señor Nodehar, me preguntó algo interesante: que si yo sentía, sobre Tlaquepaque, ya se hubiera dicho todo; le contesté que no, que faltaba mucho por decir.


Por ejemplo: Félix Montero puede elogiar con la pluma de la verdad a don Esteban Ramírez (izquierda) escultor. Aquí hace un retrato en barro del Dr. Sigfredo Hernández, director de Cultura hace treinta años. (Foto: BCC)

Por eso yo sugiero que los cronistas honorarios trabajen sobre un proyecto en el que se ELOGIE A LO COTIDIANO. Un proyecto que se llame así: ELOGIO A LO COTIDIANO.

La gente dice ¿qué se podría decir de lo que uno a diario ve? Mucho se puede decir. Que lo digan con todas esas palabras “las gentes” es permitido, pero tú no, mi amigo cronista, porque tú sabes que por no haber escrito los viejos sobre lo cotidiano, ahora los nuevos no sabemos nada del pasado.

¿A cuál casa llegó el Sr. cura D. Miguel Hidalgo? Dicen que a la marcada con el 208 de la calle Independencia. ¿Dónde está el escrito que lo afirme? ¿Cómo subieron la estatua de San Pedro a la cima de la parroquia? Eso no sucedió hace cien años y nadie sabe dar razón. Suponen polipastos, reatas, andamios, muchos hombres jalando un mecate, pero nadie dejó nada escrito. Por lo cual no sabemos a ciencia cierta. Y el que no sabe es como el que no ve.

Me dijo José Rizo un día: “cómo no tomé yo fotos de Tlaquepaque, si aquí he vivido todo el tiempo”. Me dijo Ernesto “si no fuera por ti, nunca me hubiera interesado en la historia de mi pueblo”. Vámonos interesando, jóvenes y viejos cronistas, todavía es tiempo de saber, por ejemplo, cómo es posible que los puestos fijos callejeros alrededor del Parián, esos con lona por techo y luz reglada por el gobierno municipal., estén en manos de personas que no son de aquí, tal y cual lo investigó nuestro contertulio Francisco Humberto González.

Eso se oye muy mal, quiere decir que se prefiere mejor a los de afuera que a los de aquí, o el sindicato tiene tanta y grande nariz que la mete donde quiera. ¿Acaso se duda de la capacidad de los sanpetrinos?

Personas como Vicente Moreno pueden ser la clave para conocer sobre temas del pasado reciente de un San Pedro en donde andemos por el rumbo del centro histórico.

En igual forma doña Carmen Ochoa, señora de todos mis respetos, que conoce el santo y la seña de los últimos ochenta años de un bullicioso Parián, de un activo comercio, de un coloquial mercado.

Doña Silvia Barbosa sabe mucho sobre usos y costumbres de su barrio al igual que Félix Navarro sobre Santa María, sus personajes, sus fiestas, sus piedras esquineras (enormes guardianes) que cuidan las casas como enhiestos soldados.

Ahí está Gabriel Gutiérrez, llevando el registro día a día de lo que publica la prensa diaria sobre Tlaquepaque. Félix Montero, por el otro lado, siendo testigo de cómo se desenvuelve el barrio de Santiago. Más allá José Antonio Galán dejando testimonio del desarrollo en general de Tlaquepaque, pero en particular de la Iglesia.

Si volvemos al norte encontramos a Karelin Velasco, por ella sabemos detalles que desconocíamos sobre las rondallas. Luego caminamos hacia el poniente hallamos a Juan Ramírez de quien habremos de aprender a leer (sabemos juntar las letras) para saborear lo galano de la lectura.

Al oriente de este gran pueblo Mario Morales nos mantiene informados de “lo que es canela” de Tlaquepaque y lo sube a su face Hablemos de Tlaquepaque para que aquí y en Asia, lo veamos.

Más allá de la cabecera municipal debemos elogiar lo cotidiano de Santa Anita, con Aurora Alcantar y Jorge Macías; el diario acontecer de Santa María y Toluquilla con Marcos Hernández y Jaime Sandoval, respectiva; lo que sucede ahora en San Martín, con Aldo Fierros y Eldiberto Jesús Ríos. En Tateposco con Rocío Durán y Ascensión Pajarito y en el Fracc. Revolución con Isaac Padilla.

Vamos invitando a los compañeros cronistas, vamos invitando a todos; vamos invitando a los que quieran, vamos dejando atrás reglas de escritura, que cada uno escriba como habla, que cada uno escriba sin miedo. El terror de escribir reside en el miedo de no decir las cosas como las dicen los escritores, todos somos escritores, así como todos somos habladores. Lo importante es dejar el testimonio. Un día será más fácil descifrar un jeroglífico que una piedra lisa.

Ellos son algunos de mis compañeros que seguramente aceptarán el reto: (de los que faltan no tengo su foto)

              Jaime                                               Ascensión                                            Isaac                    

              Juan                                                Félix Navarro

       
          Carmen                                     Gabriel                                  Félix Montero

  
          Vicente                               Silvia                                  Aurora

    

      
           Karelin                           Francisco                            
                                                                              Nota: no tengo foto de todos.


 

Bernardo Carlos Casas ya no es cronista municipal

III

(Continuación)

Por Nodehar D´Sckrevir

—Bernardo: agradezco que hayas accedido a continuar con la entrevista, y más te lo debe agradecer los amigos que esto leen en Jalisco y Zacatecas. Oye, a propósito ¿Por qué dicen que a ti se debe el museo del Premio Nacional de la Cerámica?

—Bueno, qué te puedo decir yo. Solamente fui con el presidente Marcos Rosas en 1995, y le dije, que según la fe de bautizo de Pantaleón Panduro faltaban dos años para que se cumplieran ciento cincuenta años de aquella fecha, que por esa razón bueno sería que se hiciera un libro biográfico, y con las piezas ganadoras del certamen Premio Nacional de la Cerámica, y se hiciera un museo.

— ¿Y le entendió a tu galimatías?

—Cuál galimatías, hombre ¿qué no está claro lo que le dije? Tan sencillo: un museo y un libro para celebrar 150 años del nacimiento de Pantaleón.

—Así lo veo yo más claro. Tú sabes, lo claro entre más corto mejor.

—Y aunque tú no lo veas claro, Nodehar, lo vio Marcos, el presidente, que era lo que importaba, que le hace que tú te hagas bolas. Lo que pasa es que no sabes del tan sublime arte del barro. Tan claro lo vio Marcos que me dijo que sí.

— ¿Y manos a la obra?

—Sí, señor, manos a la obra. Yo me fui a los archivos, comencé a capturar los datos, a conseguir fotos, a darle forma al libro. Mi equipo: una vieja máquina de escribir, una cámara 135 Canon y una grabadora de casetes. No tenía nombramiento de cronista; no oficina, no secretaria, no salario, pero eso sí, mucho ánimo. Mientras, otras personas, empezaron a identificar las piezas ganadoras del certamen nacional cerámico sobre bases endebles, pues los encargados del premio, en los 18 años anteriores descuidaron los registros: nadie sabía nada: no lista de ganadores, no origen de los mismos, algunas piezas dañadas, otras sin identificación y muchas desaparecidas.

—Entonces ¿aquello no fue tan fácil?

—No, pero nada es imposible. Y aquí se me antoja contarte una breve historia: resulta que, sin saber ni qué piezas eran, ni qué año, ni qué autor y querer montar todo un museo de esos casi veinte años del premio, aquello se veía nebuloso. Yo había escrito un libro, el sexto de la colección de 38, con el tema “El Premio Nacional de la Cerámica” que abarcaba de 1977 a 1995 en el cual se decía quiénes, cuándo, dónde, con qué pieza y que lugar habían ganado en el concurso. Eso sirvió de guía para armar el rompecabezas. Y aquí otra historia: para hacer el libro del premio pregunté a las personas más cercanas al certamen y será por flojera, por no darle importancia o por lo que fuere, pero no me pudieron decir de ningún año ganadores, ni piezas ni nada. Cuestioné a Paco Padilla, a Rodo, su hermano; también a Camilo Ramírez, a Abundis, a Preciado y “nariz”, —como dicen los chavos—. Vano era preguntar a personas como Rizo, Franco, Ortega y otros, porque si ahora no saben, menos en aquel tiempo.

—Pero, entonces ¿Qué hiciste?

—Me fui a la hemeroteca, a los periódicos. No había otra forma, no había hemeroteca digital. Esta, la hemeroteca, almacenaba sus periódicos por paquetes de a quincena atados con unos mecates. Pedía una quincena, le daba vuelta a todos los periódicos, cuando me encontraba la nota, apuntaba en mi libreta los datos y así, año por año, desde el 77 hasta el 95. Como el premio se entregaba siempre el 29 de junio, pedía las segunda quincena de junio en esos años: 77, 78, 79 . . . . y así hasta el final y ahí decía quién, cuando, donde y por qué.

—Me nace una duda ¿por qué se entregaba el premio el 29, y ahora ya no se hace?

—Te diré, eran otros tiempos, y la entrega del Premio Nacional de la Cerámica era el evento más importante de la feria de Tlaquepaque. Marcos Montero Ruiz logró posesionar el certamen como la estrella de la fiesta. Él tuvo la iniciativa del premio porque se cuestionaba del por qué Taxco tenía un premio nacional de la plata y, Tlaquepaque no un premio nacional de cerámica. Ahora todo ha cambiado, en vez de un sólo galardón, hay varios, existe un patronato y se tiene el apoyo federal.

—Ya veo. Quiere decir que aclarado eso, con tus historias sobre los antecedentes, podemos seguir platicando acerca del tema de por qué se afirma que a tu iniciativa se debe el museo.

—Bien. Todos tenemos iniciativas, en base a ellas nos hacemos vivir. Los gobiernos tienes iniciativas para mejorar el bienestar de los pueblos. Los industriales tienen inventivas para ganar más y más, igual que los comerciantes, provocando el consumo. Yo tuve ese atrevimiento de sugerir un libro y un museo para honrar a Pantaleón Panduro y hallé respaldo en Marcos Rosas. Sin él, ese aliento hubiera quedado en mera puntada triste y deschavetada.

—Oye Bernardo y hubo contratiempos sin duda.

—Ya lo ves, en todo hay. El museo debía inaugurarse el 27 de julio de 1997, fecha del nacimiento de don Pantaleón, pero no estuvieron a tiempos los guiones museográficos. Hubo oposición de la familia de Honorato, decían que no permitirían que se usara el nombre de su ilustre antepasado de manera que el museo se inauguró el 3 de noviembre de ese año. Un contratiempo, que mucho me entristece, es el que me puso Rubén Rodríguez.

— ¿Quién era?

—Tanto como sabes tú, sé yo; pero era jefecillo en Cultura en tiempos de Carlos Sánchez y me dijo: “cómo sabes que Panduro nació el 27 de julio”. Le dije de inmediato: porque en el libro de bautismos dice que llevaron a bautizar a un niño, indio, que nació hace tres días. Era el 29 de julio. “entonces no sabes contar, porque 29 menos 3 son 26, ¿Verdad? Sí, muy cierto; pero da la casualidad que en otros estudios que he hecho, cuando se refieren a eso, no cuenta la aritmética, sino a su modo, dicen: 29, un día, 28 otro día y con el 27 son tres. “Yo digo que estás equivocado, Pantaleón nació el 26, y se lo voy a decir al jefe para que el museo sea inaugurado el 26 y no el 27”. Anda mucho al diablo Rubén, pensé para mí. Al siguiente día, el mismo tipo me dijo: “te asiste toda la razón, Bernardo: Pantaleón nació el 27, porque ese día es día de san Pantaleón, y los antiguos tenían por costumbre hacer eso, poner el nombre que trajera el santulario.

— ¿Con todas las piezas ganadoras se inauguró el museo?

—No con todas, con las que se encontraron e identificaron, por ejemplo: la batalla del Puente de Calderón es el primer galardón presidencial, obra de Ángel Carranza en la categoría de miniatura, pero sucede que luce oronda esa obra en el Museo Regional de la Cerámica.

— ¿Se las robaron, o donde están las piezas?

—No. En esa época alguien acordó que el mejor lugar para guardar las obras premiadas era el museo ya existente, o sea, el regional de la cerámica, de manera que, en ese lugar hay otras obras que se antoja lógico fueran parte del acervo cerámico de este museo: el Museo Nacional del Premio de la Cerámica, Pantaleón Panduro.

—¿Entonces? Ya me cayó el veinte, por eso se dice que a tu idea se debe la existencia del Museo Pantaleón Panduro del Premio Nacional de la Cerámica.

(Continuará)

  

 

Acerca de Inés Chávez

El asalto a Degollado, Jalisco

 

En el número dos dijimos que pronto hablaríamos de las barbaridades que este individuo causó, pero con especial dedicación a Degollado, Jal. , lugar donde Inés descargó su pesado fardo de odio. Lo que sigue lo dijo La Prensa de Laredo, Tex.

Este encabezado es copia fiel

“Laredo, Tex. Enero 6, 1918.- Los atentados cometidos por los rebeldes comandados por Inés Chávez García en el pueblo de Degollado, Jalisco fueron monstruosos. . . el pueblo fue destruido casi totalmente, gran número de los vecinos muertos y muchas familias ultrajadas. Los rebeldes dieron muerte, con saña tremenda, lo mismo a hombres que a mujeres en plena vía pública. . . es infinita la lista de las víctimas causada por los hombres de Chávez García que enfurecidos por la resistencia que los vecinos les hicieron ejercieron las más atroces venganzas. No respetaron nada, ni la vida, ni la honra ni la propiedad. . .”

En el pueblo vivían dos mil personas que fueron atacadas ese día por cuarenta bandoleros. El periódico sigue diciendo:

“. . . los hermanos Juan Manuel, Salvador y Everardo Fernández; Adolfo Rojas, Epifanio Curiel, y un hijo de Epifanio y dos hijos de éste que trece y doce años. . . fueron asesinados a puñaladas por los rebeldes. Defendiendo a su familia murieron Tránsito Rizo, Eliseo de la Paz y su hijo Juan. Eliseo era un hombre anciano, pues contaba ochenta años, se encontraba en cama y de ella se levantó al saber que estaban luchando sus hijos por defender a las señoras. Don Juan Silva murió también a puñaladas.  Otro anciano llamado Gregorio Flores, decrépito y enfermo fue fusilado porque apareció armado de una vieja carabina. . . a Atanasio Curiel, miembro de la Acordada, lo lazaron  lo arrastraron por la plaza hasta que perdió el conocimiento, después los alzados lo arrimaron a una hoguera y ahí murió, entre atroces dolores. . . el jefe de la Acordada, Rafael Curiel y los tres hermanos Villagrán… murieron en defensa del pueblo así como veinte vecinos más cuyos nombres no se conocen. . . el sacristán del pueblo, Cástulo Macías fue fusilado porque pretendió salvar a una familia. . . Simeón Padilla e hijo fueron asesinados cerca de la plaza principal. El recaudador de rentas, Santiago Michel, fue también muerto… las hermanas del recaudador de rentas fueron sacadas de su casa y conducidas a la plaza principal para ultrajarlas ahí a la vista de todo mundo, pero hicieron resistencia y ciegos de ira los criminales les dieron muerte. . . también se llevaron a la esposa de Secundino Vivanco y a la señora Refugio Solís viuda de Silva. . .”

Inés Chávez huyó del pueblo rumbo a Guanajuato ante la persecución del general Fernando Dávila. Los habitantes del sacrificado pueblo que lograron escapar huyeron al cerro. Cuando bajaron, tres días después, encontraron las casas de las orillas del pueblo quemadas, desolación y cadáveres insepultos por calles y plaza. El reporte dice que personas de Guadalajara se organizaron para brindar ayuda a los desafortunados degollenses.

Reunión amistosa

 

Izq. A Der. Fernando Carrillo, Bernardo Carlos, Vicente Moreno y José Luis Morales






Fin



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