jueves, 24 de febrero de 2022

Hojita de la Crónica No. 68

 

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hojita de la

Crónica

Fundador: Bernardo Carlos Casas    Tlaquepaque, Jal.,  23 de marzo de  2022           No. 68

Un libro que encanta al lector y ennoblece al autor:

LA VIDA ESCABROSA DE JUAN RANCHERO

¡Caray! Quien habría de pensar que en verdad fue escabrosa en sus inicios las vida de Juan Ranchero, Luis Ríos, o Camacho, como usted lo conozca. Una trinidad y un solo personaje verdadero. Compre el libro, lo vende Vicente.

 


Escribir con tanta libertad es símbolo de valentía, es coraje que nace del corazón cuando se escribe con el espíritu; digo yo eso porque las biografías de personajes insignes siempre han servido de ejemplo a las nuevas generaciones, pero lo que es ésta supera la imaginación. Los viejos debemos de leer este libro para tener un consuelo, y los jóvenes deben leerlo para que quieran la vida y no piensen en decir “adiós” a este mundo cruel. Bernardo Carlos Casas

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Al Mariachi de mi tierra

Bernardo Carlos Casas       

                                 Cuarta entrega

CAPÍTULO

IV

DE BOTÓN A FLOR MARCHITA

 

E

l mariachi se abre paso a velocidad de tortuga. Es un botón  triste que augura penurias cuando llegue a flor. Ni la música en sí, ni las personas que la representan (los mariachis) tienen aceptación social. Abrirse paso entre bandas, orquestas y jazz, es un reto que no pocas veces raya en lo imposible. No tiene apoyos oficiales, ni privados, ni eclesiales. De manera que de ser un botón vilipendiado en el siglo diez y nueve, cuando le brotan los primeros pétalos, aquel  que no los pellizca,  los arranca. Pasan casi cuatro décadas del siglo veinte, para que medio se componga su situación.

        La vida de las personas que se dedican a la música no está libre de problemas, desde luego qué no. ¿Acaso habrá oficio o profesión alguna que lo esté? Que no le cuenten, que no le digan. Todos tenemos trabas, unas más grandes que otras, pero, si aquí estamos; quiere decir que hemos salido adelante.

Un mariachi para leerse

Un mariachero que puso el ejemplo de cómo salir adelante, en medio de la vorágine es el trompetista del mariachi Vargas, Miguel Martínez. Oiga; eso de haber tenido que pedir dinero prestado a su tío, para comprar su primera trompeta, y el viejo teniendo dinero hacerse el remolón y recomendarle que fuera a La Lagunilla y consiguiera una de segunda, es casi mandar al chiquillo al limbo de los decepcionados. Pero, no siempre el bat de la decepción manda la pelota a hit; a  veces, pega mejor el verde palo de la esperanza.

Yo quisiera antes de comenzar con la materia de este capítulo, hacer este breve paréntesis y recomendar a mis amigos los mariachis que lean este libro, el  libro de Miguel Martínez: Mi vida, mis viajes, mis vivencias, es una  autobiografía que escribió este gran músico, que creo, en  mucho les ayudará. A

 

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mis manos llegó gracias a don Manuel Morales,[1] quien de buena manera me lo prestó y yo de mala gana se lo devolví; pero cosa rara: mi amigo Manuel, al devolvérselo no lo quiso, me dijo que me lo regalaba y ahí lo tengo. Un libro es el mejor amigo, en verdad se lo digo. Si don Manuel es buen amigo, su libro es mejor aún. Si leen a Miguel Martínez, verán que las quejas de ustedes, comparadas con las de otros, son nada. Así como en determinado momento el mariachi suena con alegre son, también tiene sus amargos ratos, y suena como un triste vals, sobre todo cuando lleva grandes penas en el corazón. Martínez pasó las de Caín, pero, llegó el día en que su señal de humo se fue derecha, como la de Abel.

Un buen amigo mío, y muy conocido de ustedes los mariachis, ya lo leyó; él es Luis Alonso Medina. Se los recomendamos Luis Alonso y yo. ¿Verdad, Luis Alonso?

Tlaquepaque a principios del siglo; la calle se llamaba Retoño, hoy se llama Matamoros

 

Comenzando el siglo XX

En esta parte de “Al mariachi de mi tierra”, corresponde ver el movimiento mariachístico  de las primeras décadas del siglo XX, en las cuales, Tlaquepaque no juega un papel de primera línea, ni Guadalajara tampoco. Las ondas del mariachi se escuchan más que en ningún lado, en la ciudad de México, sin embargo, de ningún paraje perteneciente a la república, van grupos de mariachi, en este tiempo, a Estados Unidos, ni a ningún otro país. Después, sí.

Fue en 1905, como dicho quedó, que don Porfirio conoció la música de mariachi, la formación habitual de un Mariachi estaba integrada por violines, guitarra, guitarrón y vihuela. Y así, varios grupos comenzaron a tocar en distintas partes de la república, inclusive en la misma Ciudad de México, donde el general Díaz, en 1905, escuchó a una nerviosa pero entonada agrupación que se presentó en aquella ocasión con el nombre

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[1] Manuel Morales es cronista honorario por Rancho Blanco en Tlaquepaque.



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de Justo Villa y los mariachis de Coculán. Iniciando con ello, una tradición que desde este orgulloso poblado jalisciense se lanzó a la conquista de los oídos de todo el mundo, el cual para el año siguiente estaba grabando los primeros discos de música de mariachi, con el sistema tradicional del momento.

Otra era la música que el mundo prefería, había marcada inclinación por las grandes bandas. Por cierto la Banda Nacional de México, estaba presente en el gusto norteamericano y tocaba en varios eventos de aquel país. Su nivel académico se comparaba con La Garde Republicaine band of France, The Royal Grenadier Band of England, Sousa’s Band y otras…[2]

En la Unión Americana era muy apreciada la música mexicana, de hecho, vendían partituras a 25 centavos de varias canciones mexicanas, porque la música de bandas mexicanas era de la calidad tonal del perfil auditivo de los norteamericanos. Hay, en ese tiempo, una banda en Guadalajara, compuesta por 65 elementos, que viaja por estados Unidos dando buenas audiciones. Las notas de periódicos de Estados Unidos la califican como de las mejores. Los ciudadanos norteamericanos la llaman en repetidas ocasiones para que les toque en determinados eventos.

En 1907, ser borracho y filarmónico era peligroso. El caso es que un músico en Tlaquepaque ebrio mató a otro ese año:

        Julio 05, 1907.- Un artero asesinato se comete en SPT        entre celosos filarmónicos. Pedro Estrada y Timoteo       Gallardo traían pleito casado por el oficio; Gallardo, a      punto ebrio, cuando Estrada, organillo en boca, evocaba a Juventino Rosas, llegó y encajó en el pecho del indefenso         Estrada su bien afilada hoja de Sayula. Timoteo quedó tras las rejas y Pedro Estrada se fue al panteón. En el aire las      notas del vals “Sobre las Olas”. [3]

Los dichos mexicanos, por algo son dichos. En referencia al párrafo anterior: “si es borracho y matancero, saca cuchillo; si es borracho y carpintero, saca martillo” (dicho del autor)


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[2] Palestine Herald, Tex., 30 de julio de 1904, (Chronlicling America, Library of Congress)

[3] El Informador, 5 de julio de 1907.

 



La Revolución empieza, el mariachi sigue

Vamos viendo cómo pasa el tiempo y en un dos por tres estamos en 1910, un año muy significativo para la nación y para Chapala, que ese año vio llegar su trenecito, que partiendo de Tlaquepaque, iba rumbo a Atequiza y de ahí a la Villa del

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Charal. Iberia, Diario de la Mañana, periódico español, dice: El tren a Chapala partirá de Tlaquepaque, llegará a Puente Grande, de ahí al Salto, luego Atequiza y finalmente Chapala. Casi es un hecho, los trabajos empiezan la semana entrante.[4]

En Chapala surgieron buenos grupos de mariachi que hicieron sentir su presencia en la capital tapatía, pero para llegar aquí, en el siglo XIX tenían primero que tomar un barco a Ocotlán. Ahí esperar el tren que los trajera a Guadalajara.

Conviene sabaer que por los días de la Revolución, nació en Jocotepec un niño, que ya crecido, tuvo en la ciudad de México un mariachi al que bautizó con el nombre de “El mariachi Tlaquepaque de Gilberto Parra”.

 

El mariachi Tlaquepaque

Gilberto Parra Paz, nació en San Pedro Tesistán, JocotepecJalisco, el 30 de julio de 1913 –murió en  CahuacánEstado de México, en 2000 fue uno de los compositores mexicanos más importantes de la música ranchera, creador de íconos de la música mexicana, y de temas para películas, además de musicalizar muchas de ellas. Nacido en Jalisco fue también junto con el maestro Manuel Esperón, uno de los principales compositores para artistas como Jorge Negrete, Pedro Infante y las grandes figuras de la época de oro del cine mexicano. Merecedor del Disco de Oro por más de un millón de discos del tema «Por un amor», Diosa de Plata por el tema «Que te ha dado esa mujer», medalla «Agustín Lara» y otros.

Hijo de Federico Parra y Francisca Paz. De joven ingresó a la Escuela Libre de Música en Guadalajara, donde cursó los primeros estudios de música, a la edad de 22 años se traslada a la Ciudad de México donde realiza trabajos de diversos tipos, hasta que en 1940 es grabado su tema «Por un amor» en la voz de Lucha Reyes y comienza así su trayectoria dentro de la industria de la música.

A pesar de que su obra no fue tan extensa como la de otros compositores, ya que sólo escribió cerca de 150 canciones, la calidad de sus obras ha hecho que sean trasladadas a idiomas como el inglés o portugués y grabadas por múltiples artistas internacionales.


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[4] Iberia, Diario de la Mañana, 8 de enero de 1910.


Trabajó al lado de grandes compositores como el maestro Manuel Esperón, y el maestro Pedro de Urdimalas y participó en la musicalización de muchas películas, además de

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que fue director artístico de discos CBS y promotor de nuevos artistas como Chayito Valdez, Gerardo Reyes, etc.

 

Fue fundador y director del mariachi San Pedro Tlaquepaque, además de trabajar en la XEQ por más de 20 años en las producciones de aquel entonces. Es sin duda uno de los más importantes compositores de la música ranchera, incluso el gran José Alfredo Jiménez grabó dos temas de su autoría. (Penas Arraigadas y Por un amor)

 

Falleció a la edad de 87 años en su rancho «Los Laureles» en CahuacánEstado de México y es recordado por muchos mexicanos como uno de los grandes compositores de la música ranchera. (Wikipedia)

 

Se hace esta mención porque su mariachi San Pedro Tlaquepaque, engalana a este pueblo mágico y alfarero aunque el mariachi no era de aquí, pero llevaba el nombre.

 

Canciones mexicanas de antaño

 

En 1915, el jarabe tapatío es una novedad en Estados Unidos, no tanto la jota aragonesa que ya era conocida por los aficionados a la música de corte internacional. Al respecto hay una nota en el Arizona Republican del 31 de julio de 1915, en la cual una parroquia católica invita a una kermes donde la novedad es la presentación del jarabe tapatío y también de la jota aragonesa. Dice el reporte que el primero es un baile folclórico de Jalisco y que tanto el nombre como los pasos, son de indios. [5]

 

El siguiente es un fragmento de la revista Universidad de México, que comenta sobre el Jarabe Tapatío.



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[5] Periódico Arizona Republican, 31 de julio de 1915.

 

 


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Tiene fallas de origen pero es rico su contenido[7]

Don Venustiano viene a Tlaquepaque en 1916



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 [6] La nota dice: “pero es el “jarabe tapatío” el que mejor polariza la atención en la historia de la danza criolla mexicana. Disertando sobre él puntualiza José G. Montes de Oca los siguientes sones: “El Atole”, con el cual siempre comienza el baile: “El Carbonero”, “El Sombrero Ancho”, “El Ahualuco, “La Malhora”, “La Guitacocha”, “El Perico”, “Los Enanos”, “El Romerito”. “El Limoncito”, etc., y concluye con “El Palomo”, que actualmente ha sido sustituido por “La Diana”. Y agrega Montes de Oca: “El jarabe se baila en los pueblos del Estado de Jalisco, sobre una tabla de madera puesta en amplísimo hoyo, hecho guitarra y violín, en unos lugares; en otros sólo con arpa, y en los caseríos apartados del bullicio de las ciudades, con el tradicional Mariachi, que se compone de enorme arpón, violín y guitarrones de Paracho, o tamborcillo, clarinete y violín”

[7] Revista Universidad de México, 1 de diciembre de 1936, p. 68, hndm, consult. 040616





La Voz del pueblo, periódico de Santa Fe, Nuevo Mex, del 17 de enero de 1917, anuncia música mexicana para piano, a 25 centavos cada partitura: Adelita, de I. Martínez; Adios a

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Guaymas, de E. Mora; Alejandra; Alma Andaluza; Amor de Torero, de A. M. Garza; Así te quiero, de R. Núñez; la polka, Camino al baño; Dias felices; de E. Alvarado; El Brigadier, de V. Torres; El Guango; El Más Bonito Pie, de A.M. Alvarado; El Pagaré, de M. Mauri; Flirteando, de A. M. Alvarado; El Jarabe Tapatío; La Casta Susana, de Eyslar; La Cucaracha; La Golondrina, de N. Serradel; Lágarimas de Vino, de J. C. Cantú; La Paloma, de M. Yradier; La Pecadora, de M. Costa; Las Revolcada; Las Refugiadas, de F. H. Calero; Los Bilimbiques, de J. H. Cuevas; Luz, de R. H. Larrañaga; y otras.[8]

De nuevo aparece el jarabe tapatío, como pieza mexicana de novedad en el ámbito musical de Estados Unidos.

 

El mariachi presente en festejos y reuniones

 

Entre tanto en el ambiente local, ya en 1917 el mariachi está presente en festejos particulares, como el que ofreció J. Jesús Aceves en octubre de tal año para anunciar su matrimonio con la señorita Toña Pérez Arce. Todo el tiempo estuvo “un buen mariachi” desde las 9 horas hasta las seis de la tarde.

El mariachi empieza a meterse en el gusto de la gente de categoría social mediana y alta, y también es música preferida para festejos públicos, de manera que en 1920, en el carnaval de Autlán, de 1920,  una orquesta y un mariachi son los encargados de mantener vivo el ambiente festivo del pueblo en esos días.

En Tenamaxtlán, Jal., los mariachis están presentes ya desde aquellos años, basta y sobra que tienen aceptación entre la feligresía para sus fiestas. Al menos así sucede el día de la Candelaria en San Clemente, hacienda de la región. Esa fecha los asistentes a la fiesta, alegres bailan con un mariachi.[9]


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[8] La Voz del Pueblo, Santa Fe, Nuevo México, 27 de enero de 1917

[9] El Informador, 16 de febrero de 1920.



En tanto en Sayula en 1921, por la calle de Las Parejas, hubo carreras de caballos y la nota remitida por el corresponsal, a El Informador habla de “un buen mariachi” amenizando la tarde.

Mientras en Tlaquepaque, no se hacen el ánimo de aceptar en forma regular al mariachi, lo tratan de murga o charanga, a su vez las orquestas en las cantinas no se dan abasto tocando el día 29 de junio, día del santo patrón. El no preferir mariachis,

no era novedad: Tlaquepaque seguía patrones tapatíos. Mire la nota:

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Día 30 de Junio de 1920.- “Muy lucida resultó la romería a San Pedro. Los paseantes fueron testigos, como de cinco años para acá no se había visto tan concurrida. Desde temprana hora, jovencitas de GDL, ataviadas con chillantes rebozos, se aprestaban para abordar un carretón o para dirigirse a los tranvías. El documento entre líneas dice: “En esta (villa) desde hace cuatro o cinco días se encuentran instalados… fritangas, carcamanes, loterías, cantinas… alegres muchachas caminando sobre lomos de burros… entonaban alegres canciones populares… se podía contemplar aquel cuadro abigarrado de las multitudes… que se dirigían a disfrutar de las delicias de la feria de Tlaquepaque… En el interior de los carros (de los tranvías) flotaba un ambiente de inmensa alegría… En esta feria son indispensables las fiestas bravas… a las que concurre la afición tapatía… En el interior del Parián se encuentra la nota típica de la feria. Mujeres de tipo indiano luciendo trajes de colores chillantes… acompañadas de labriegos… se agolpan en los mostradores de las cantinas… para sorber sendos vasos de rubia cerveza, en tanto que cantadores ambulantes, con ropas raídas y mugrosas, tañendo sus arpas y guitarras… Todas las orquestas de las cantinas tocan a la vez y solamente puede escucharse un rumor sordo y confuso de las charangas que con sus acordes estimulan a los bebedores…la corrida no lució por la tormenta y los toros resultaron mansos…” (El reporte es muy amplio BCC lo tiene completo).[10]

 

Pasamos a otro asunto para conocer cómo eran las famosas matinés que para el gusto popular los presidentes municipales de entonces mandaban tocar en la plaza del Parián:

Agosto 17, 1920.- “Salvador Farías, residente municipal de San Pedro Tlaquepaque, organiza    matinés en el Parián de 11 a 13 horas todos los días para         atracción de las familias en general, pero en especial para los visitantes de la temporada. Hoy fue la primera      amenizada por la Banda de la Jefatura de Operaciones”. [11]



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[10] El Informador, 30 de junio de 1920.

[11] El Informador, 17 de agosto de 1920. 



Que mejor oportunidad, que en vez de la banda, acariciara los aires sanpetrinos, un mariachi. Sonaba mejor el mariachi en otros lados que aquí. Inclusive, en San Gabriel, no había uno, había dos. Dice la nota: En San Gabriel, no uno, sino dos mariachis, llevó el señor Cura a los voluntarios del pueblo que participaron con sus faenas a la causa de una carretera. Y los

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 voluntarios metieron el buen día en casa y al son que les tocaron, trabajaron. [12]     

Mireya Ramos, cronista honoraria de San Martín de las Flores, comenta que por este tiempo se formó un mariachi en San Martín. El impulsor era un señor de ese lugar, miembro a su vez de un mariachi de Tlaquepaque, quien llevaba sus enseñanzas a San Martín, lo que dio ocasión a que en este pueblo se iniciara el primer mariachi. Después, el señor, fue miembro del famoso mariachi de Cirilo Marmolejo. En la parte II de este estudio, ella nos hablará en forma más amplia de este asunto y revelará nombre de mariachero tan distinguido.

        La nota anterior tiene significación para Tlaquepaque ya que nos da seguridad al afirmar que el mariachi sonaba en verdad, aunque no se viera su nombre en papeles.

 

Muchos amores, pocos mariachis

 Eso sí, a falta de mariachis, había en Tlaquepaque buenas cantinas y mejores muchachas:

        14, octubre 1921.- “En la parte norte del Parián existían    dos cantinas, famosas por la atención de una joven y hermosa morena de ojos grandes, negros y cabello largo.      Los clientes iban con entusiasmo a “El Infierno” y “La Ciudadela” ambas propiedad de Francisco Vélez, por         recibir las sonrisas de la bella dama. Uno de los asiduos         parroquianos —Juan Lepe—, logró su cariño, pero también entregó su amor la    veleidosa mujer a otro, quizá de     nombre Jesús González, quien hirió en “El Infierno” a    Lepe, por la culpa de la joven mancornadora. [13]

 

Mariachis de aquí y allá

En enero de 1922 se habla de que en Tomatlán después de la serenata se organizó un gallo con mariachi el cual terminó en tremenda balacera. Mientras aquí preparábamos el terreno para el mariachi:



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[12] El Informador, 6 de septiembre de 1921.

[13] El Informador, 14 de octubre de 1921.




        Se da la noticia acerca de que será remodelada la Plaza Pública conocida como Parián; el presidente Antonio Sánchez, personalmente dirige los trabajos. Timoteo Panduro hará las sugerencias de acomodo de jardines y bancas. El mismo día Manuel Álvarez del Castillo, dijo que se dedicarán 40,000.00 para la

 

 

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introducción del agua potable al pueblo. También se dijo que la banda de hombres y cuatro mujeres, salteadores de caminos. Tenían en su poder 27         burros. [14]

 

Se daban los primeros pasos para que un día se tocaran muchas horas de mariachi en este lugar, pero por ahora y por década y media más, sólo pudieron tocar los mariachis fuera del Parián, como se aprecia en la foto.

 

                                            Tenían que tocar en el exterior del Parián

 

El desarrollo del mariachi en Chapala fue primero que en Tlaquepaque. Cuando aquí no había grupos de mariachi, allá había varios. De hecho para ciertas fiestas taurinas en Guadalajara, trajeron mariachis de Chapala, donde que ir a esa población significaba ir primero a Ocotlán y de ahí, en un vapor embarcarse a Chapala. Cualquier cosa hubiera sido mejor como ir a Cocula, Ameca o Tlaquepaque a contratar algunos grupos, pero no había grupos ningunos en esos lugares.[15]

En marzo, del año que nos ocupa, hubo una gran manifestación de apoyo al gobernador Basilio Vadillo por parte del sector obrero… “acto seguido los manifestantes formaron la columna quedando al frente un “mariachi” que aquellos denominaron, por vía de broma, “la música del pueblo”.

 


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[1] El Informador, 28 de enero de 1922.

[1] El Informador, 28 de febrero de 1922.




Tateposco y otros lugares

Aquí en Tlaquepaque los muertitos por los mariachis y fandangos eran materia del acontecer nacional, si no en cabecera, sí en las delegaciones. Por ejemplo en Tateposco

            Día 15 de Marzo de 1922.- “Mariana Ramos, dueña de una cantina en Tateposco al ver entrar a Felipe Ramos “de viejo sinvergüenza” no lo bajó.


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            Este, se retiró pues pensó que Mariana estaba fuera de sí, puesto que él no debía nada a nadie. Ordenó Mariana a Vidal Ramos y a Anselmo Antón que corrieran y lo mataran. Éstos, borrachos,  atentos y obedientes al mandato, lo alcanzaron por la calle y lo cocieron a puñaladas. Eran las 14:00 horas y así herido, fue enviado a Tlaquepaque pero en el camino murió.[16]

Así lucia Tateposco en esos ayeres (Archivo del Arzobispado)

 

En abril del mismo año, el mariachi se va abriendo paso en forma lenta pero segura. Por ejemplo en Chapala, ya existe algo de respeto para estos grupos. La nota dice: “Los mariachis proporcionan, como en ocasiones anteriores, la nota típica del verano en Chapala. Las familias de la capital de la República y de Guadalajara que hacen temporada en el balneario, se divierten oyendo las piezas que tocan esos grupos de artistas humildes, piezas llenas de sentimiento y que son la expresión del alma popular jalisciense. Frecuente es que los mariachis recorran las calles de la población cuando ésta se encuentra ya dormida. Frente a las casas de las familias que han venido a veranear, los filarmónicos del pueblo ejecutan sus sentidas sonatas”.




[16] El Informador, 15 de marzo de 1922.


En junio, en el rancho de Los Pastores, del municipio de Álvarez, Colima, hubo con motivo de un matrimonio, el correspondiente mariachi y el indispensable licor. Borrachos y alegres, los compadres se agarraron a machetazos y Trinidad Ponce resultó con herida en el cuello que mereció traslado a Guadalajara.

Es decir, muchas veces la combinación mariachi-licor fue y es, motivo de exagerado entusiasmo que orilla a discusiones, riñas, botellazos,  balazos… y muerte.

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Se baila en Tlaquepaque el Cotillón

Es ese año estábamos sumamente pasados de moda. En tanto que en agosto se bailó El cotillón en Tlaquepaque, en Estados Unidos desde 1856 empezó de decaer su fama para empezar la del “mexican Fandango” como lo vimos en capítulos anteriores. En San Pedro eso de fandango sonaba a mariachi y no era éste del gusto refinado de los cultos visitantes veraniegos de GDL que venían a Tlaquepaque cada año. Vea esto:

Agosto 08, 1922.- “En la casa del señor Enrique Álvarez del Castillo se dio la primera fiesta de la temporada en San Pedro Tlaquepaque organizada por los jóvenes Enrique Martínez Negrete y Manuel G. Camarena. Llamó la atención      que además de los bailes modernos “foxtrop y onestep” se bailara para gusto de los abuelos el “Cotilón” y las “Cuadrillas”. [17]

Unas lomitas más allá, en Atemajac del Valle, las cosas eran diferentes.

Por mucho tiempo se llamó a Boulevard Tlaquepaque Calzada del Ejército

 

Fiestas de Atemajac

Las fiestas de Atemajac de agosto de 1922 estuvieron muy alegres con la ayuda del mariachi“ a pocos pasos de distancia un mariachi dejaba oír sus músicas primitivas de un intenso sabor regional. El verdadero jarabe tapatío bailado por un charro de ocasión arrebatado por los entusiasmos del clásico son de la tierra dejaba oír sus notas dislocadas y alegres. Esa música es pródiga en motivos que no por su rusticidad y monotonía dejan de ser hermosísimos. Con sones del folklor hizo Lizt sus inmortales rapsodias húngaras, y con temas de danzas populares escandinavas, legó Grieg al arte musical, las más bellas y delicadas obras del pentagrama”


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[17] El Informador, 8 de agosto de 1922.





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Esta nota exalta la música tocada por mariachis en un momento en que faltan algunos años para que consolide su fuerza este género musical.

En estos festejos el mariachi consistía de tres elementos, lo dice un reportaje que se escribió una semana después de las fiestas de Atemajac: “Tranquilamente me situé en un rústico “Aguaje” donde a la sazón empinaban el codo, con verdadero éxito, un novillero fracasado, los tres músicos del mariachi “amenizador o amenazador” del establecimiento, dos obreros de la fábrica y una mesera que parecía un espárrago”.

Tarsicio Martínez es el nombre del que dirige a este mariachi de Atemajac que ya en plática dice que ejerce su oficio en Ixtlahuacán del Río, donde es único para eso de las polcas y organizar gallos con su violín. Toca “el Venadito” y una polca que al menos a él, le gusta mucho que se llama “El estandarte de línea”. Fueron fiestas tan alegres, aquellas de Atemajac, que hubo seis muertos y tres heridos.

Otra vista del Tlaquepaque de aquellos días, la calle Sánchez,
llamada hoy Prisciliano Sánchez

 

Al fin del año sólo se habla de “alegres mariachis” en la Plaza de Toros El Progreso con motivo de la candidatura de José Guadalupe Zuno a la gubernatura. También de dos bandas militares.[18]

 

Musical y mariachero, año de 1923

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En 1923, la afición por la música interpretada por un grupo de mariachis va en crecimiento. En ninguno de los años anteriores se nota un despegue en general, como en 1923. El mariachi está presente en todo momento, y como el mexicano riese de la muerte, el difunto por un lado, y los danzarines en el tablado.

Pero antes de seguir adelante, me permito insertar aquí un maravilloso concepto del maestro Manuel M. Ponce, sobre la música de mariachi, según una entrevista que le hiciera en enero de 1923, Pierre Noziere[19].

Los conceptos vertidos por Manuel M. Ponce acerca de la música de mariachi que le sirvió de inspiración para sus obras, deja clara la postura de los espíritus nobles. Es necesario revivir algunas de sus palabras para entender, que mientras algunos necios resaltaban su odio contra los mariachis, él exaltaba su admiración, su propia admiración, por esa clase de música.

“El ideal que persigo con entusiasmo —me dijo— es recorrer la república entera y saturarme de la impresiones musicales nuestras. En las sierras, en las rancherías, oyendo tocar los mariachis se adquiere una magnífica educación musical y luego que haya hecho ese provechoso viaje, regresaré con un numeroso bagaje de leyendas sonoras y dedicaré todos mis esfuerzos a construir nuestra música”. Pierre Noziere.

El reportaje es muy extenso, y todo en él es precisión. Lo publicó el periódico El Informador del 6 de enero de 1923, en ocasión de la presentación en el Teatro Degollado del poema sinfónico de Ponce “Tríptico Chapultepec”. La entrevista al maestro la hizo Pierre Noziere. 

Para las fiestas de Ramos en Sayula en 1923, bailaron en la Plaza del Comercio “con alegre son” la mayoría de las personas sobre un tablado al ritmo de un mariachi y como siempre, varios heridos y un hombre muerto.

El abril, cuando se inició el camino para automóviles de Tequila a Guadalajara, el diputado Enrique Cuervo organizó una cuadrilla de cien trabajadores. El entusiasmo lo enmarcó el mariachi que iba deleitando y animando a los obreros a emprender con ganas el trabajo, ese día seis de abril, a las seis de la mañana.

En agosto,  en ocasión del onomástico del presidente municipal de San Martín Hidalgo, don Alfonso Zepeda, el marco musical estuvo a cargo de un mariachi y de la orquesta local. En la fiesta de Alfonso Zepeda hablaron Teófilo Gil, Ignacio C. Vaca y el joven estudiante Roberto Cedano. Todos ellos de gran recuerdo para la población. Sabemos que San Martín está.


[18] El Informador, 12 de diciembre de 1922.

[19] Escritor francés, (1844-1924) premio nobel de literatura 1921.




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localizado en el corredor del mariachi. Está entre Ameca y Cocula.

En la década siguiente famoso fue el mariachi Nacional de Jalisco, de Rafael Virgen, originario de este lugar, como en su momento se verá.

De hecho, muchas décadas después de ésta, surgió el mariachi “Flecheros” de gran prestigio y arraigo en ese medio. En el pueblo hay quien afirme, sin base alguna, que no es Cocula sino San Martín, donde surgió el mariachi. [20]

Mariachi Los Flecheros (foto de Google)

 

En Nayarit, en esa época, la ley de ingresos se modificó para mejorar la captación de dinero, o un mayor daño al bolsillo del contribuyente que se quisiese divertir: “por mariache por el día o la noche 10 pesos. Por cada organillo ambulante en el día, 25 centavos. Por serenata particular  o gallo, 25 centavos por cada músico”.[21]

En noviembre, cuando los escandinavos hicieron un viaje por las principales ciudades de la república en un afán de conocer para invertir, estuvieron en Chapala, donde en el vapor Viking, escucharon música mexicana por un “numeroso mariachi”. Quedaron impresionados de la belleza de Chapala y al siguiente día estuvieron en Tlaquepaque, donde comieron, mas no se habla que el momento gastronómico en la villa alfarera, estuviera amenizado por alguna clase de música. Es probable que con orquesta, pues la presencia del mariachi aquí, fue tardía.


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[20] Bernardo Carlos Casas, San Martín Hidalgo en el tiempo, Imprejal, Guadalajara, 1985.

[21] Periódico Oficial del Estado de Nayarit (POE), 23 de septiembre de 1923.

 

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Triste y muy desolado lucía Tlaquepaque. Semeja un grabado de Doré
en la Divina Comedia de Dante


En el mismo mes, en ocasión de la fiestas en honor de la patrona de los músicos, Santa Cecilia, en Ameca, se organizaron los filarmónicos y tanto la banda municipal, como las orquestas y los típicos mariachis, amenizaron los eventos del día.

A finales del mes, en la cuna del mariachi, Cocula, un grupo de ebrios escenificó un escándalo donde hubo muertos y heridos. Los borrachos andaban por la plaza seguidos de un grupo de mariachi. Los gendarmes trataron de poner orden y salieron perjudicados, murió el comandante Basilio Hernández y resultó herido el cabo Pedro Partida, después cayó muerto José María Ibarra, uno de los ebrios y matador de Basilio. Los filarmónicos del mariachi, aunque sin paga, salvaron la vida, al correr —patas pa cuando son—, con sus instrumentos en vilo.

Han sido los mariacheros testigos de varios desaguisados que por motivo de las ondas mezcalinas, arman los beodos clientes. Un hombre ya a “medios chiles” y oyendo “la canción que yo pedí” se vuelve valentón, y armados como andaban en las primeras décadas del siglo XX, ¡Cuidado! El éxito de las fiestas pueblerinas se medía por el número de muertitos. Si no había muertitos, la fiesta no servía.

Así, el mariachi al empezar a salir del botón, y nosotros empezamos a cerrar este capítulo, apara irnos al año 1924.

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La historia del cuartel

 

18/20

Nos enseñan la historia del cuartel para que entendamos que una instrucción verbal no es lo mismo que una instrucción por escrito. Mire lo que pasó:

El teniente al sargento: por orden del capitán, la tropa asistirá mañana en traje de campaña, al campo de ejercicios  a fin de presenciar el eclipse de sol, que según los periódicos, tendrá lugar a las once en punto. Más tarde, y en el propio campo, un especialista en astronomía explicará a los soldados la causa del raro fenómeno, pero si llegara a llover las explicaciones tendrán lugar en el comedor del cuartel.

El sargento a los cabos: por orden del capitán mañana habrá un eclipse de sol en el campo de ejercicios. Seguidamente empezará a llover, por lo que las tropas pasarán al comedor del cuartel, en donde un astrónomo, en uniforme de campaña, les dirá a los soldados lo que los periódicos dicen acerca del raro fenómeno.

El cabo a los soldados: mañana a las once el capitán eclipsará el sol con unos periódicos en el campo de ejercicios. Más tarde un especialista hará llover en el comedor, pero para que el raro fenómeno se produzca, la tropa deberá vestirse con uniforme de campaña.

Los soldados entre filas: mañana a las once, el sol eclipsará al capitán, quien, por la tarde volverá a aparecer en el comedor del cuartel en uniforme de campaña. Los astrónomos tratarán de explicarles las causas del fenómeno, pero si no lo entienden irá a ver un especialista, los soldados llevarán periódicos  para taparse por si acaso llueve.

Conclusión: en nada se parece la conclusión a que llegaron los soldados de línea, a la orden del capitán. En nada se parece la orden que nos da nuestra madre para que lellevemos manteca y le llevamos sal.

Por eso, papelito habla.

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Plática sobre El Refugio

Por Nodehar D´Sckrevir

Nuestro señor presiente de la Crónica, Don Bernardo Carlos Casas sostuvo una plática sobre El Refugio el 23 del presente en el cine foro de la Casa de la Cultura de San Pedro Tlaquepaque.

 

19/20

Allí estuvimos, y supimos cosas del Refugio que no sabíamos. Algo sobre la vida del benefactor Francisco Martínez Negrete desde su nacimiento, sus negocios, su familia y la trágica quiebra de su casa financiera llamada “Francisco Martínez Negrete e Hijos” que siendo un referente internacional para cuestiones de dinero, quebró. Fue un fenómeno que lo orilló a la muerte. Se habló de los túneles, de las monjas josefinas y su afán de quedarse con la finca alegando tener 50 años trabajando en ese lugar, de su fracaso en esas intenciones y de su inminente salida como enfermeras. De la contratación de la monjas del Sagrado Corazón y de otros temas mucho muy interesantes. Los asistentes quedaron complacidos.

El ciclo de pláticas está dentro del programa cultural de febrero que se lleva a cabo, junto con otros eventos.

                                  Durante la plática, Lupita Gutiérrez y Bernardo Carlos

Francisco Martínez Negrete y de Alba

 

20/20

     

Doña Josefa Martínez Negrete y      Fray Luis Arguello

 

                                    Familia Martínez Negrete en su casa de Tlaquepaque

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La Hojita de la Crónica, órgano cultural de la Crónica y los Cronistas Honorarios, sin frecuencia de aparición. Misión: promover la Historia de Tlaquepaque. Fundador Bernardo Carlos Casas, 8 de enero de 2020. Colaboradores fundadores: Vicente Moreno, Juan Manuel, José Antonio Galán Amézquita, Bececé, Nödehar D´Sckrebir e Isaac Padilla.

  No. 68, 23 de febrero de 2022. bercar_casas@hotmail.com

https://cronistabernardoccasas.blogspot.com/

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