1/12
hojita de la
Crónica
Fundador:
Bernardo Carlos Casas Tlaquepaque,
Jal., 13 de enero de 2022
No.
64
ELECCIONES EXTRAORDINARIAS EN
TLAQUEPAQUE ¿QUÉ APRENDIMOS?
Por Isaac Padilla Barragán
El pasado día domingo 21 de
noviembre, se celebraron las elecciones extraordinarias en nuestro municipio,
con ello, reponiendo las votaciones del pasado 6 de junio de 2021, a raíz de
una decisión de un tribunal federal electoral.
En el número 60 de este medio de
difusión cultural, señalé que repetir la elección a presidente municipal de
Tlaquepaque, era algo nunca antes visto en la historia reciente, y eso llenaba
de expectativa a los medios de comunicación y a mucha gente aficionada a la
política.
Tengo que confesar que me causaba
curiosidad y expectación la participación de la gente para salir a votar, nunca
me imaginé los resultados que se obtuvieron en las casillas.
Si en la primera elección, acudió el
cuarenta por ciento de los electores a emitir su sufragio, en esta segunda
elección, sólo se recibieron poco más del veinte por ciento de votos en las
urnas.
La gente, los votantes nos dieron, a
mi forma de ver, dos grandes lecciones al momento de acudir a emitir su voto y,
sobre todo, los que ignoraron los múltiples anuncios de radio, televisión,
principalmente, para salir a votar.
La primera lección es que, la
gente desdeñó, ignoró, desatendió, rechazó el llamado a acudir a las urnas dos
veces, en menos de seis meses. Me dio la impresión que a los tlaquepaquenses nos
llegó el hartazgo e indiferencia, producto de una decisión del poder judicial
de la federación que se percibe lejos, muy lejos de la gente.
Observo que los votantes, nos
sentimos totalmente ajenos a las decisiones de “los políticos” y “jueces”, que
el hecho de haber anulado las elecciones, significaba poco o nada para
nosotros.
La segunda lección: la gente,
no nos sentimos debidamente representados por nuestros presidentes municipales,
diputados, regidores. Ellos traen sus negocios, junto con sus partidos
políticos, se disputan el presupuesto como si fuera botín de un banco recién
asaltado. Son realmente escasas las personas que se postulan a cargo de
elección popular para hacer cosas en beneficio de los ciudadanos. La mayoría
van por su “hueso” y a vivir del erario, es decir, a vivir de todos los que
pagamos impuestos, en pocas palabras, unos zánganos.
A pesar de que, el eslogan de los
años ochenta, previo a unas elecciones, “si no votas, no te quejes . . .”es una
verdad. Pero también es una verdad que, mientras se hace derroche de recursos
económicos para volver a hacer elecciones, qué por cierto, son costosísimas en
nuestro país, los ciudadanos seguimos padeciendo de inseguridad, baches en las
calles, servicios deficientes como agua potable, alumbrado público, transporte
colectivo, por mencionar solo algunos.
2/12
Hoy precisamente, salió en los
noticieros que la consulta pública que propuso el gobernador Enrique Alfaro,
relacionado al pacto fiscal, fue un rotundo fracaso. Ni una tercera parte del
electorado acudió a manifestarse, sin embargo, se muestran felices sus secuaces
por la participación ciudadana, aunque hayan sido en su mayoría “acarreados”
por trabajar en alguna dependencia pública. Se gastaron 29 millones de pesos,
un dineral, aunque a ellos les vale un comino, pues dicho dinero no sale de sus
bolsillos. Ese dinero sale de nuestro trabajo.
Es momento de hacer una seria
reflexión sobre estos temas.
Isaac
Padilla Barragán
Para la
Hojita de la Crónica de Tlaquepaque
Tlaquepaque,
A 21 de diciembre del año 2021
***
Nayari, líder del pueblo cora y huichol
A 300 años de
su rendición, enero de 1722
Introducción
El dominio
español sobre el pueblo nayarita no fue enchílame otra. Merecen un aplauso los
descendientes directos de los naturales de Nayarit, porque sólo cedieron ante
el intruso cuando sus fuerzas menguadas ya no pudieron soportar su ánimo
belicoso. Ellos estaban en su tierra, qué tuvieron que venir a meter su cuchara
los diablos españoles. Tan asombrados estaban los hispanos de los usos y
costumbres de los nayaritas, que decían que el diablo les aconsejaba llevar esa
vida, pero ellos, los nayaris, no conocían
al Demonio, menos sus diabluras y, acaso los invasores ¿no recibieron del Diablo
la santísima inquisición? Porque mientras los “santos españoles” quemaban a los
herejes en leña verde, los nayaritas ofrecían sangre a sus dioses; entonces,
tan fuera de contexto unos como otros.
Ningún
semejante debiera nunca tratar de domesticar a otro semejante. Jamás debiera
someterlo a la forma de ser y de
3/12
pensar del
supuesto domesticador, porque bien pudiera ser que el otro ardiera en deseos de
domar al primero. Nos da a los humanos por pensar que nuestros sagrados
principios, son en verdad tan sagrados, que debieran de practicarlos otros,
pero no nos aplicamos a estudiar el trasfondo de lo que con ahínco defendemos
¿no podríamos estar equivocados? ¡Ni pensarlo! Así pensó mi padre, mi madre y
mis abuelos, por tanto, estamos en lo correcto y los que no piensan igual,
están en el error.
Por pensar
así, de la guerra cristera hacia atrás, cuantas guerras entre hermanos
mexicanos, se hubieran evitado, no hubieran tenido razón de ser; si nos
sentáramos, tranquilos y serenos a reflexionar las diferencias. Tal vez
acabáramos con concluir que son muchos brincos para un suelo tan parejo.
En el error
estamos todos, nadie posee la verdad.
Los griegos
pensaron que ellos eran los hombres más cercanos a los dioses y querían ser
eternos, de manera que sus relaciones con el Olimpo eran a través de las
mujeres hermosas que a los dioses agradaban y, al tener ellas un hijo de un
dios, el hijo heredaba lo eterno del padre.
Los romanos
heredaron la religión griega y le hicieron algunos remiendos, de manera que la
sublimaron, y ya en el cristianismo, sí vinieron los dioses del Olimpo, ahora
llamado Cielo, pero sólo uno, para tener un hijo en la Tierra, eterno, como los
hijos de dioses griegos, pero no nacido por la concupiscencia, sino de una
virgen, para hacer coincidir las palabras del profeta que doscientos años antes
dijo que así habría de suceder.
El hijo de
Dios, hecho hombre vino a predicar la justicia y a prometer la eternidad para
todos, no sólo para algunos privilegiados, pero; un perito muy pequeño: eternos
serían los que creyesen en él, los que no, también, pero cuando creyeran en él
y, de todas maneras, todos, hasta después de la muerte.
Por eso el
afán, quizá bien intencionado de los misioneros, de querer a toda costa que los
no sabían, supieran; era necesario que supieran para que creyeran y se salvaran.
Por eso, ante
esos principios de una religión tan complicada, pero prometedora de la
eternidad, quien no quiere ser eterno, todos, nadie quiere morirse. De esa
manera, que mejor que meter con cuño esa religión ante los que no creen, para
que se salven. Era pues para su bien aprender la doctrina.
Eso es
sentirse superiores, porque ¿Qué les dio por creer que ellos, los
conquistadores, eran los hijos de la verdad? Sí; serán dueños de su verdad,
pero, de su verdad. La verdad es que
los españoles era el pueblo más atrasado de Europa, que otra verdad podrían
manejar sino las de su tontera, y, venir endilgarla a pueblos sanos que tenían
otro cristal para ver el
4/12
mundo, eran
afán de joder, porque quizá fuera más puro, limpio y trasparente el vidrio de
otros, que el de ellos.
En fin, la
Hojita recibe trabajos de todos, piensen como piensen. Yo así pienso y no trato
sino de exponer mi pensamiento, sin otra intención que al abrazo sincero para
quien piense diferente, porque somos humanos y hermanos.
El caso es que
por dos siglos no pudieron los españoles jediondos dominar al pueblo nayarita.
Ellos deberían después de ochocientos años de dominio árabe adorar a Alá, pero
adoran a Jehová. Los mexicanos deberíamos de adorar a Hutzilopoxtli, pero,
adoramos a Jehová.
No debemos de
pensar que los budistas, los mahometanos, los anglicanos, los protestantes, los
cristianos o cualesquiera otros pueblos en su fe, no se salvarán, porque si de
eso se trata, todos somos hijos de Dios, y un padre sólo quiere el bien de los
hijos.
Nayari
Apenas hasta
aquí empezamos con el tema que nos lleva por los senderos de Nayari, que viene
siendo el personaje por el cual se llama esa tierra cora y huichola: NAYARIT.
En aquel
tiempo sesenta por ciento de la tierra la ocupaban los nayaritas en sí y el
cuarenta los coras. Las tierras altas y escabrosas los primeros, los valles los
segundos. Abundaba de tal forma la plata que los naturales de la tierra con
sólo quemar las piedras sacaban tejos de plata llamados tepuzques.
Señor San José
del Gran Nayar, se llamó la tierra que hoy es Nayarit. Nombre dado por los
españoles a esos lugares ocupados por coras y huicholes que se habían resistido
a la conquista por su belicosidad y por la fragosidad del terreno. Ni el mismo
Miguel Caldera, aquel capitán mestizo que puso fin a la Guerra Chichimeca desde
finales del siglo diez y seis, pudo lograr el sometimiento de los nayaritas.
Dice la revista Latinoamericana (consultada el 8 de enero, a través de HNDM) en
la p. 8480: “en 1616 dieron abrigo los
nayaritas a los tepehuanos insurreccionados… marcharon contra ellos los
capitanes D. Bartolomé Arisbaba y D. Miguel Caldera y aunque nada se hizo de
provecho, el orgullo mandó colocar en el convento de Guazamota esta
inscripción: gobernando el reino de Nueva Vizcaya el señor D. Gaspar Álvarez y
Salazar, por su orden el capitán Bartolomé Arizbaba mandó hacer estos borrones
y conquistó esta provincia de Señor San José del Gran Nayar, la atrajo y redujo
a la obediencia de S.M., año de 1618”
5/12
Fue en verdad
el orgullo de presumir que Nayarit se sometía al dominio español, pues aun cien
años de ese 1618, nada había que presumir, Nayarit seguía tan libre y soberano
como siempre.
Aunque
cincuenta años después, en 1668, volvieron los intentos de conquista, los
jesuitas quisieron ingresar y fueron rechazados, lo que mantuvo quietos a los
españoles por treinta años más, cuando en 1701 la Audiencia de Guadalajara
mandó al capitán Francisco Bracamonte quien en vez de pacificar, resultó
pacificado para siempre, quedó muerto y se malogró la empresa. Destinado a
vengar la muerte de Bracamonte, fue enviado el tocayo de este, Francisco
Mazorra y padeció del mismo mal.
No querían los
nayaritas intromisión en sus asuntos por eso hicieron padecer la misma suerte a
los capitanes Diego Ramón y Antonio de Escobedo, y de una vez, para que se
entendiera, por esos días hicieron fracasar por dos ocasiones, las misiones de
religiosos franciscanos.
De esa manera
llegamos a 1709, año en el cual las virreinales autoridades decretaron entrar
al Nayar, a como diera lugar y el 31 de julio se dio a los franciscanos la
ejecución del decreto, pero aun dos años después no lograban su objetivo. Al
frente de los misioneros iba Fray Margil de Jesús. Como tampoco pudieran hacer
nada esperaron hasta 1716. En ese año entró por fin el capitán D. Gregorio
Matías de Mendiola, pero porque los naturales de la tierra fingieron estar
dispuestos a la sumisión, pero cuando el
capitán supo de su real intención, se regresó tan rápido como pudo.
Pronto
dedujeron los coras que iban en caballo de hacienda y empezaron a incursionar
fuera de su territorio, ante lo cual, de nueva cuenta se alistaron los hispanos
para por fin reducirlos a la obediencia.
De cualquier
forma empezaron las negociaciones tendientes a someter al pueblo nayarita, de
tal manera que por estas épocas fue a México el sumo sacerdote, quien fue
agasajado por el Virrey. Los paisas y el sumo aceptaron la rendición pacífica
para lo cual el sumo pidió que a su regreso lo acompañaran soldados españoles y
así lo ordenó el virrey. Cuando llegaron a Zacatecas de nuevo fue agasajado el
sumo sacerdote y su gente y se internaron en la sierra junto con el capitán
Juan de la Torre de quien poco tiempo después no se tenían noticias, se pensaba
que había sido muerto por los nayaris.
La revista
Latino Americana en la pag. 8481 le da más colorido a esta etapa en la
conquista del Nayar al decir que Juan de la Torre Gamboa era un personaje muy
bien aceptado dentro de la tribu y como necesitaban proveerse de sal y pasar
por tierras de blancos le pidieron les dijese como pasar sin ser molestados a
lo
6/12
que don Juan
les dijo que mandaran un embajada a México y que el mismo los acompañaría. Era
un ardid en el cual cayeron en apariencia los nayaris.
De la Torre, y
otros personajes como Tonati (el gran sacerdote) y 25 de los principales
nayaritas entraron a la ciudad de México en febrero de 1721. En la entrevista
con las autoridades virreinales, los nayaris aceptaron el sometimiento y el
virrey les prometió enviarles misioneros y soldados y, al hacerse cristianos,
las ventajas a las que tenían derecho como los demás pueblos; pero ambos
mentían. Ni los nayaris cumplieron su palabra de sometimiento, ni los
virreinales el envío de soldados y
misioneros.
Dice el órgano
consultado:
(Ese pueblo de
“Guajuquilla” es ahora Huejuquilla el Alto, Jalisco.)
Tal vez de la Torre no quisiera ningún mal para los
nayaris puesto que, al saberse que los indios seguían insurrectos, le
oredenaron entrara al territorio nayarita a ponerlos en paz, pero trató de
alargar la fecha de enfrentarlos haciendo como que no lo haría hasta recibir
órdenes expresas del virrey y se la pasó
el tiempo correo tras correo desde Zacatecas a México hasta que enfadó al
virrey y lo cambió por Juan Flores de San Pedro, quien tomó el cargo el 4 de
enero de 1722.
Juan Flores de
San Pedro emprendió entonces, el ataque al lugar donde los insubordinados
tenían al Sol como su dios grabado en un barril de mármol. Requirió a los
indios una y otra vez de paz, pero en vano fueron sus palabras, dado que ellos
se sentían bien resguardados en La Meza, donde tenían templo o Huey Calli a Tonali (El Sol) acompañado
por el cadáver de Nayari. Los naturales de la tierra estaban tan seguros de no
padecer daño alguno que se atrevían a gritarles a los españoles
7/12
improperios,
como lo habían hecho otras veces sin perder su integridad.
Los españoles
decidieron el ataque dividiendo el ejército en dos escuadras. Una con la gente
de Zacatecas que comandaba el mismo Flores. Una escuadra quedó al mando de
Nicolás de Escobedo y la otra dirigida
por Juan Sebastián de Orendain. La otra compañía de la Villa de Jerez estaba
dirigida por Alfonso de Reyna y Cristóbal del Muro, y empezó el ataque.
Para entonces
los nayaritas habían dominado el oficio de la herrería y sabían hacer unos
cuchillos llamados alfanjes, y, como muchos de los defensores de La Meza, eran
herreros, dice la información que tenían gran cantidad de alfanjes “un crecido alfanje”
lo que interpretamos como no un alfanje grandote sino un número crecido de
estas armas que son como sables pequeños de hoja ancha pero curvados, que a la
orden del Taguitole hacían mucho daño a los españoles, que abajo recibían
además flechas y pedradas, tan certeras que daban al traste con las copas de
los arboles donde topaban.
La información
que estamos viendo está extractada del periódico LA GACETA DE MÉXICO, de enero
1 de 1722 donde se dice que con muchos trabajos lograron subir 25 soldados y 50
indios que con sus armas hicieron huir a
los defensores que abandonaron todo cuanto les estorbara en su huida y dejaron
el templo de Tonati a merced de los intrusos. Ahí estaba el vaso con la imagen
del sol, el cadáver de Nayari y las joyas.
Ya siendo gobernador
de Nayarit Don Juan Flores de San Pedro, envió dos soldados españoles a la
ciudad de México en 1722 con la misión de entregar el cadáver de Nayari, un
hombrón de “dos varas y cuarto de altura”, lo que sería poco más de uno
ochenta. Iba adornado cual correspondía a su clase con muchas piedras llamadas
chalchihuites y gran cantidad de caracolillos, con varias coronas de plumas,
con una diadema de plata que le rodeaba las sienes, un talabarte (cinturón de
cuero) de tres dedos de ancho, un brazalete de talabarte en el brazo izquierdo
para reparar el golpe de la cuerda al tiro del arco, un lienzo como bandera y
muchas adargas (escudos hechos de cuero, muy resistentes a las flechas), otras
cosas más menciona la relación y un vaso de mármol, como un barril, con la
figura escupida de un ídolo (según eso muy horrible) a quien cada mes los
nayaritas sacrificaban un niño. De pronto no hallaron las autoridades
novohispanas qué hacer con todo aquello.
En forma
inmediata se presentó también el Alfange de Taguitole, quien era el capitán de
los indómitos nayaritas, quien defendía el cadáver de Nayari a capa y espada.
Fue a la corte también el gobernador Juan de la Torre, llevaba una corona de
8/12
plata
semejante a la usada por Nayari, un espejo con marco de granadillo, entre otras
cosas
Pronto
supieron qué hacer con “esas cosas del diablo”: se les lubricó la tatema y las
entregaron a la Inquisición y fueron
quemadas según auto sacramental dictado por la Inquisición, por ser ¡Válgame
Dios! “cosas del diablo”
9/12
Este boletín también
ofrece datos sobre la conquista del Nayar. Para aquellos de los lectores que
quisieran ahondar más sobre el tema, después de consultar las tres obras antes
mencionadas.
Se dice que en
las montañas del Gran Nayar se esconden fabulosos tesoros que los nayaris
entregaban por tributo a los sacerdotes Tonatis, como lo hacían los
tlaxcaltecas y los aztecas. El caso es que la tierra nayarita pasó el siguiente
siglo a manos del cacique Manuel Lozada, “El Tigre de Alica” y en un periódico
de la Unión Americana, The Mexican
Herald, se habla de lo grande del tesoro de Lozada, tal vez El Tigre, halló
el tesoro de los antiguos nayaris. (ver el párrafo de en medio.)
Bernardo Carlos Casas
*
v Obsequio
v Regalo folleto: Documentos sobre la Alhóndiga de Guadalajara. ¿Quién dijo
Yo? Bernardo.
10/12
*
Fabulario
Hemos visto a
través de nuestras lecturas la importancia que todos los géneros literarios
tienen para la formación de un buen lector. En este caso las fábulas siempre
nos han dejado grandes enseñanzas y los mexicanos hemos sido, hablando por boca
de los literatos, buenos fabulistas. En este caso nos atrevemos a poner a su
consideración alguna de estas piezas de El Pensador Mexicano, en espera que
sean de su agrado.
Portada
del libro
En este caso
una espada y un bonete hablan de lo que valen cada uno, según el destino que
cumplen para bien o para mal del mundo. Se trata de la fábula 13 de este
11/112
fabulario y
habla en sí como las cosas, las personas y los animales son tan valiosos EN SU
CAMPO. Dice el poema:
¿Qué
mes ves compañero
Qué
guapa y noble soy?
Siempre
a lado al lado voy
Del
rey y del caballero.
Una
espada muy ufana
Así
a un sombrero decía,
Y
esto digo amiga mía,
poco
a poco, no sea vana.
Yo
tengo mayor nobleza
Y
nunca hablo tan hinchado;
Pues
el rey no solo al lado
Me
trae, sino en la cabeza.
Es
verdad, dijo la espada:
Serás
más noble que yo,
Pero
más valiente no.
En
eso no vales nada.
Yo
castigo al delincuente,
yo
le doy al noble honor,
al
cobarde doy valor,
y
resguardo al inocente.
Yo
doy gloria a las campañas,
En
la ciudad brillantez,
Y
no hay ni solo una vez
Que
no cuente mil hazañas.
Me
apresto a las diversiones
Muy
jovial y placentera,
Y
en fin, soy el arma primera
Que
honran las cultas naciones.
A
esto ¿qué responderás
Cuando
no sabes hacer
Sino
dar buen parecer,
Y
hacer sombra cuando más?
Dijo
el sombrero: es verdad
Mas
haces poco, te digo, pues
Tú
no harás un amigo,
Ni
reharás una amistad.
Cierto
es que no derribé
Yo
murallas en la vida,
Ni
dejé ciudad destruída,
Ni
campiñas asolé.
Tampoco
logré, no ignoro,
Vivas
ni aplausos rastreros,
Ni
he servido a maromeros,
Ni
he matado ningún toro.
No
por eso creas que apoco
Tu
utilidad; eso no,
Solamente
quiero yo
Que
no me tengas en poco.
Mas
ahora quieres probar
Lo
útil que eres por lo fuerte,
Pero
en ese caso advierte
Te
puedes equivocar.
Tu
piensas más que yo ser,
Por
tu punta y por tu filo;
Mas
por ese mismo estilo
Mi
inferior vienes a ser.
Tú
, haces bien y no me engaño;
Mas
por desgracia fatal,
Estás
dispuesta a hacer mal
Y
yo jamás hago daño.
Tú
harás mil fatalidades
Con
tu violenta osadía;
Yo
con un cortesía
Evito
rivalidades.
De
tu rigor inhumano
Yo
puedo y sé remediar
Mil
agravios con pasar
De
la cabeza a la mano.
En
efecto, mil has hecho
Que
yo he compuesto, Señora.
Vaya
pues, dígame ahora,
12/12
Si
soy de honra y provecho.
La
espada, que era de Astorga
No
dijo esta boca es mía,
El
sombrero bien diría
Puesto
que quien calla otorga.
HACE
MÁS AMISTADES QUE EL ACERO, EL SOLBRERO.
La Hojita de la Crónica,
órgano cultural de la Crónica y los Cronistas Honorarios, sin frecuencia de
aparición. Misión: promover la Historia de Tlaquepaque. Fundador Bernardo
Carlos Casas, 8 de enero de 2020. Colaboradores fundadores: Vicente Moreno,
Juan Manuel, José Antonio Galán Amézquita, Bececé, Nödehar D´Sckrebir e Isaac
Padilla.
No. 64, 13 de enero de 2022.
bercar_casas@hotmail.com
https://cronistabernardoccasas.blogspot.com/
Se
respeta la libre expresión y estilo de los colaboradores y hasta sus faltas de
ortografía
No hay comentarios.:
Publicar un comentario