viernes, 7 de mayo de 2021

La Hojita de la Crónica No. 40

 

la hojita de la

Crónica

Fundador: Bernardo Carlos Casas    Tlaquepaque, Jal., 30 de abril de 2021           No. 40

 

Una estrella refulgente, El Refugio

El Refugio es fundamental para entender la cultura en Tlaquepaque. El Refugio es la Casa de la Cultura, lugar donde convergen las más importantes ramas del arte, desde una elemental exposición pictórica primeriza, hasta un concierto sinfónico de los grandes maestros; desde una muestra artesanal hasta un despliegue de instrumentos de tortura femenina usados por la llamada “santa” inquisición. Artesanías, que por su candor subliman; aparatos de tortura diabólicos, que por su apariencia espantan—el Potro y la Dama de Hierro, que inventos más terribles—para matar, poco a poquito, a las mujeres pecadoras. . . y, ¿qué el Señor no dijo, aquél que esté libre de culpa, que lance la primera piedra? Hoy quizá los dominicos inquisidores gocen del infierno, en tanto las pecadoras sacrificadas sufran de la gloria.

 En San Pedro Tlaquepaque, aunque siempre ha habido cultura, no siempre ha habido casa para ella, pero hoy ya tiene; y esa casa, tiene tantas historias qué contar, como años de vida. Narrar historias de muertos y aparecidos es llenar varios tomos; vamos a contar sólo una historia: la historia de El Refugio.

Cuando El refugio es sujeto de eventos. Foto antigua en el patio del Museo

 

 

 

En este número escribe Ripio, Juan Manuel y Bernardo Carlos Casas

 

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El Refugio gravita en derredor de un hombre bueno: don Francisco Martínez Negrete, quien compra la tierra y edifica un hospital de caridad.

Ignoramos ciertos detalles de suma importancia como son: autoría del proyecto, movimiento de tierras, cimentación, posibles hallazgos arqueológicos, costos; pero, sabemos que el encargado de la obra fue Fray Luis Arguello Bernal, un religioso que doblaba en edad al generoso don Francisco (Arguello había sido capellán en las haciendas de don Francisco Martínez Negrete y Ortiz de Rosas, padre del dadivoso, don Francisco Martínez Negrete y de Alba) quien tenía en San Pedro Tlaquepaque otras propiedades, pues había sido cofundador mayoritario en el primer mercado que tuvo la villa: el hoy conocido Parián.

Llegó una racha de mala suerte, malos tiempos, pasos errados; y vino la quiebra.




Por lo visto don Francisco era un hombre rico, pero también generoso. Dicen los que saben que la quiebra de sus negocios no fue por falta de administración, fue por exceso de mala voluntad de sus cuñados Agapito Fernández de Somellera y Justo Fernández del Valle, quienes vieron con malos ojos que Francisco se volviera a casar y en esta ocasión con la señora Rosario Morfín. Su primera esposa, la señora Refugio Cortina Santana, después de dejarle cuatro hijos vivos y tres muertos, falleció.

Hay nuevas investigaciones acerca de El Refugio que nos hacen pensar que ya existe material suficiente como para editar un libro sobre el tema. Los datos del  párrafo con tipografía semejante a máquina de escribir, se dieron a conocer pocos días antes de que los periódicos dieran cuenta de la quiebra de Francisco Martínez Negrete e Hijos. Yo, en ningún periódico de aquí encontré la noticia, pero sí, en tres de Estados Unidos: The Seatle Post, de Washington; The Nortfolk Weekly News, de Nebrasca y Davis Lake, de Dakota; los dos primeros el 28 de diciembre de 1900 y el último el 4 de enero de 1901. Fue una consulta en línea a través de la hemeroteca digital del Congreso de Washington. Esta nota es la del Davis Lake:

 

 

 

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“Quiebra banquero mexicano

Ciudad de México, 28 de  diciembre (1900) — La quiebra de la muy bien conocida firma bancaria de Francisco Martínez Negrete e Hijos, de Guadalajara, ha creado una sensación en esta ciudad, donde la firma ha sido identificada por muchos años como desarrolladora de negocios.

Las obligaciones son por 2,300,000  y se cree por banqueros versados en los asuntos de la firma que sus habilidades fueron propiamente manejadas con superávit sobre sus reclamaciones. La quiebra se debe a rigores financieros.”

(Es nuestra traducción; los que saben mándenme la buena)

 

De cualquier forma la quiebra financiera de un hombre que por sus ganancias pudo edificar El Refugio, duele; en razón de su bondad, su filantropía, su entrega a las causas del pueblo; pues habrá que recordar que el hospital nació para atender a personas menesterosas de la villa.

La muerte de Arguello Bernal, en 1900; la quiebra, la mala voluntad de sus cuñados que habían sido invitados al pastel por don Francisco Martínez Negrete y Ortiz de Rosas —suegro de ambos—, ocasionaron que pronto la muerte alcanzara a Francisco Martínez Negrete de alba, y, en 1906, a los 58 años de edad, dejó de existir.

 

Mucho hay que decir de don Francisco

En 1848, nace en Guadalajara el personaje que nos ocupa: Martínez Negrete de Alba, Francisco. Heredó de su padre, además de la habilidad para los negocios, las relaciones políticas  y la cartera industrial, de tal modo aprovechó las oportunidades que pronto forjó su propia fortuna familiar.

En 1868, cuando tenía 19 años se casó con Refugio Cortina Santana, de 17, y al morir su padre don Francisco Martínez Negrete Ortiz de Rosas, en 1874, le heredó una fortuna de más de 44 mil pesos.

Con la señora Refugio Cortina tuvo siete hijos, tres murieron en la infancia y le sobrevivieron: Francisco, Juan Nepomuceno, María del Refugio y Alfonso. La señora Cortina Falleció en 1889 y Francisco se casó con Rosario Morfín y no hubo descendencia.

 

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Francisco Martínez Negrete y de Alba
(1848-1906)

 

Casa donde nació don Francisco Martínez Negrete y de Alba, donde 
ahora se levanta la tienda Liberpool en Guadalajara.

 

¿Por qué se llama El Refugio?

Siempre hemos tenido esa duda y hasta ahora sólo respuestas vagas, sin base, sin sustento, meras conjeturas; una de ellas, las más aproximada: por la gran devoción de Martínez Negrete a la representación mariana de una supuesta virgen así llamada: El Refugio.

 

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Ahora, después de ahondar más en la investigación sobre la historia de El Refugio[1] sabemos que su esposa se llamaba Refugio, que una de sus hijas se llamaba igual, y que en 1885, cuando se inició la construcción del viejo hospital, la señora doña Refugio padecía dolores intermitentes que la hicieron morir cuatro años después, recién nacida su hija Refugio.

Las anteriores tampoco son bases para decir que El Refugio se llama así en recuerdo de su esposa y su hija, pero se acercan más a la realidad. Al dar esta teoría no es dar con la verdad, es solamente esbozar un criterio: tal vez se llame así El Refugio en recuerdo de la esposa y la hija del fundador don Francisco Martínez Negrete. Grave sería afirmarlo con la mano en la Biblia.

 

Conclusión

Esto no es todo, tenemos más sobre El Refugio. Tal vez otro día volvamos a la carga para hablar del tiempo en que El Refugio fue confiscado por la federación, luego, cuando las monjas josefinas se trataron de apropiar del inmueble.

 

 

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El totem frente a El Refugio dice:

En esta información que el público ve, es necesario aclarar:

 

No fue construido en 1859, su construcción empezó en 1885. 2° el fundador no es Fray Luis Arguello sino Francisco Martínez Negrete y de Alba. 3° el primer nombre del lugar es “Hospital y Casa de Ejercicios El Refugio”. cuando las josefinas llegaron en 1906,  se empezó a llamar al lugar “Hospital y Casa de Salud Josefina”. en 1983, no, en 85 se rescató el lugar.

Más disparates:

Cierta Dirección de Cultura, año de 2012, con este logotipo subió a internet:



 (1)La  historia del recinto data desde 1859 cuando Fray Luis Argüello Bernal se da a la tarea de (2)diseñar, (3)auspiciar y construir un hospital y casa de ejercicios espirituales que llevó el nombre de "El Refugio" y "Casa de la Salud Josefina", (ya que fue administrado por las Religiosas Josefinas hasta 1935), esto con el (4) financiamiento de la Cofradía de San Vicente de Paúl, además de las (5) aportaciones del vecindario de San Pedro, como de las (6) familias pudientes de Guadalajara que tenían sus casas de verano en Tlaquepaque. (7) Su construcción es de estilo colonial de aproximadamente 10,000 m2.

DESEO ACLARAR:                                               

 

 

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 (1)¿Desde 1859? Es falso. Ya desde 1996 en el libro La Parroquia de San Pedro, hemos dicho que la historia de El Refugio se tiene de 1885 hacia acá, según libros de la parroquia y del Arzobispado. Investigaciones recientes sitúan 1884 como año en que se compraron los primeros terrenos para ese fin. Tres lustros después de esa publicación el engaño persiste.

(2) y (3) No se ha comprobado que Fray Luis Arguello haya diseñado y construido el edificio. El consiguió el permiso para construcción de parte de la iglesia. Al municipio no lo tomaron en cuenta.

(4) La cofradía solo prestó a las monjas en calidad de enfermeras. El dinero lo dieron los Martínez Negrete.

(5) No hubo aportaciones de vecindario para la construcción del hospital.

(6) Las familias pudientes de Guadalajara hacían kermeses para obras públicas, pero nunca para obras pías; como las aportaciones para El Parián, obra que se había emprendido desde 1878 por acciones de 14 personas de Guadalajara (entre ellos Francisco Martínez Negrete), con fines comerciales, no caritativos.

 (7) Comprobado está que su estilo es ecléctico, no colonial.

 

Hay siete errores claves en un párrafo de

Seis líneas.

Lo malo es su difusión

¿Se puede dar de baja ese párrafo y subir uno verdadero?

La mala información empieza con nosotros mismos. La jefatura de Difusión Cultural divulgó los anteriores datos en 2012 y siguen vigentes en internet.

*

Dice Ripio:

No es buena mujer la que al amigo le guiñe y al marido le riñe,

Ni la mujer que al amigo, da llave; y al esposo, pone candado.

No es señora de principios aquella que no ve ni por sus hijos,

Y que por la tarde, para lucir de noche, su pelo de negro tiñe.

*

 

EL OTRO Y YO

Escribe Juan Manuel

En la era digital con “datos ilimitados” cualquiera puede convertirse, al menos vía redes sociales en bloguero o youtubero, o peor aún en poeta, escritor, narrador y ¿por qué no? cronista. Parece que fue hace muchos ayeres cuando publicar (cualquier texto, obra o columna) era solo para iniciados. Era menester una idea brillante, novedosa, propositiva o una grandiosa conclusión para, a partir de ahí, buscar un resquicio en algún medio impreso y lograr eventualmente su publicación el cual era en sí mismo un fin.

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Esa necesidad de buscar universos alternos, infinitos, hurgar en la miseria de la condición humana, exaltar el alma o espíritu interior, construir nuevas realidades, descubrir nuevas formas para lingüistas, construir vocablos o dialectos, soluciones novedosas para resolver añejos problemas etc, etc; se hace a un lado para priorizar la inmediatez.

En el otro extremo podemos encontrar también a un sujeto que en potencia es lector pero que en otro puede convertirse (voluntaria o involuntariamente) en crítico literario, filólogo, purista del lenguaje, antropólogo del idioma, acólito desarraigado en busca de un Dios que le dé cobijo a sus particulares creencias etc. Ser lector o parte dinámica de un diálogo en donde parece un proceso vacuo, inútil y poco atractivo. En cambio utilizar lo que pretende ser una lectura para “descubrir” errores, inconsistencia, falta de estructura, semántica fallida y otras situaciones “interesantes” nos da la sensación de “aprovechar” el tiempo. Guardar por un momento nuestro diálogo interno o nuestras propias creencias o ideologías para dar paso a una opinión, sugerencia o idea ajena adquiere entonces el tono de despropósito. Recuerdo en este momento al participante de un programa televisivo en donde a cada pregunta o cuestionamiento, nos remitía al libro de libros (no al Chilam Balam, sino a la Biblia) y compartía con sus espectadores su técnica de investigación para búsqueda de certezas; consistía en hacerse la pregunta en voz alta y acto seguido abrir el texto referido, una mano invisible le indicaba el pasaje y la página a leer, acato seguido interpretaba la idea señalada, y momentos después había “descubierto” la respuesta.

En fin, la idea que hoy quiero exponer podría asemejarse más a una súplica: cuando estemos dispuestos a desperdiciar dos o tres minutos de nuestro valiosísimo tiempo en leer una opinión, una columna o un pequeño texto privilegiemos la lógica sobre los escrúpulos, la razón sobre la presunción, acudamos al cuerpo de lectura si no como una tábula rasa al menos con ánimos y disposición a escuchar una opinión donde la maldad o la virtud no dependa del azar o de un capricho sino del curioso ejercicio de posar la vista en la idea del otro.  

 

 

 

 

 

 

La Hojita de la Crónica, órgano cultural de la Crónica y los Cronistas Honorarios, sin frecuencia de aparición. Misión: promover la Historia de Tlaquepaque. Fundador Bernardo Carlos Casas, 8 de enero de 2020. Colaboradores fundadores: Vicente Moreno, Juan Manuel, José Antonio Galán Amézquita, Bececé, Nödehar D´Skrebir, Isaac Padilla.  No. 40, 30 de abril de 2021. bercar_casas@hotmail.com

https://cronistabernardoccasas.blogspot.com/

Se respeta la libre expresión de palabra de los colaboradores

Escribe un comentario al correo bercar_casas@hotmail.com será bienvenido

 



[1] El investigar más a fondo la historia de ese lugar se debe a la inquietud de la actual directora de El Refugio, la  Dra. Sara Susana Pozos Bravo, quien al oír versiones encontradas, desde su fundación hasta nuestros días, ordena escarbar más sobre el asunto y surgen nuevas líneas, que desempolvan viejos datos que ilustran mejor. Sabíamos ya, desde hace 25 años que no fue fundado El Refugio en 1859, sin embargo, se sigue manejando el dato: en el tótem que está frente a la entrada principal del Refugio se dice que fue construido en 1859. Es inaceptable que una mala fuente de información, tenida como seria, pues provenía de un respetable miembro del Círculo de Estudios Históricos de San Pedro Tlaquepaque, siga influyendo, tan flagrante, desde hace 40 años en la historia de Tlaquepaque.

Todavía más: tener la información errónea de El refugio en las propias narices del hospital es no defender nuestro patrimonio cultural, pues también nos han robado los más valiosos cuadros virreinales que lucían en la sacristía del templo de la Soledad; y el San Pedro, de Felipe Villalpando que adornaba la nave izquierda del templo de San Pedro, también está extraviado. Para nosotros es un robo, aunque los cuadros estén en el museo del Arzobispado. En ¿qué calidad? Donados, prestados o en comodato.

Sucede que no tenemos gran cosa de qué presumir en cuestión pictórica y escultórica, si bien el mural de Chávez Vega en El Refugio y el Hidalgo de Miramontes en el Jardín Hidalgo y dígame usted, ¿qué más? Bueno, y todavía nos despojan.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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