Tlaquepaque
Pueblo
Mágico
02
Bernardo
Carlos Casas
Los Pueblos Mágicos
tienen historias que contar, por algo son mágicos. Nosotros, como Pueblo
Mágico, tenemos lo nuestro: historias, anécdotas, cuentos, leyendas y relatos.
La leyenda de
noviembre
La
carreta de la muerte
Las noches en el San
Pedro de ayer son oscuras, lúgubres y tenebrosas. Los perros aúllan, los búhos
pelan los ojos, las lechuzas vuelan, los murciélagos pasan volando y las ánimas
en pena se dan gusto asustando.
Por aquellas calles
empedradas al sonar las doce en punto se escucha el casqueteo del solitario
caballo del carruaje de la muerte.
El pueblo conoce esa
carreta pero prefiere no hablar de ella. Casi todos optan por oírla, imaginarla, pero no verla. Dicen que
el que la ve, al relampagazo de un rayo que anuncia pertinaz tormenta, lo que
mira es algo escalofriante: el muertero, es la muerte en sí, un esqueleto
tilico y flaco que conduce un caballo semejante a su dueño que arrastra una
carreta de cuatro ruedas que soportan una tarima con un cajón de muerto.
Lo más horripilante
es que el muerto, viene siendo la persona curiosa que se asoma por la ventana
para fajarse el chisme. Se mira asimismo en el cajón.
Más vale que a partir
de ese momento encomiende su alma al Señor porque al día siguiente estará en el
cajón realmente en misa de cuerpo presente en la parroquia.
Por eso los que
conocen lo efectivo que es para morir, ver el carruaje de muerte después de
media noche, prefieren escuchar, pero no mirar, mejor oír las cadenas que se arrastran,
el golpeteo de los cascos sobre las piedras, y sellar con silicón cualesquier
rendija de la puerta.
Son varios los
vecinos de la villa alfarera que dicen que les contaron que eso es cierto, lo
que también es cierto que a la luz de la ilustración se iluminó también la
razón de las nuevas generaciones.
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