la hojita de la
Crónica
Fundador:
Bernardo Carlos Casas Tlaquepaque,
Jal., 1 de agosto de 2021 No.
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El
Refugio
Bernardo Carlos Casas
Foto cortesía de
Mario Morales, quizá 1940
EL
Centro Cultural El Refugio es toda una escultura de fina talla que exalta la
belleza de San Pedro Tlaquepaque. No es un legado prehispánico, ni siquiera
colonial, pero sí emblema de una dote decimonónica que se suma a las herencias
arquitectónicas de esa época que engalanan a Tlaquepaque, por ejemplo: la plaza
de toros Del Centenario, El Parián, el templo de la Soledad y las casonas de la
época.
(Este
templo se empezó en 1741, pero se terminó en la octava década del Siglo XIX)
A
lo largo de su vida como hospital o, como un lugar abandonado o, como Casa de
Cultura ha tenido la influencia de personas que sobre él, ha pretendido tener
derecho. Para unos debiera ser aún hospital, para otros un hotel, alguien pensó
2
en
un centro de artesanías, y hubo quien lo tratara de convertir en un museo
nacional de la cerámica.
Descartadas,
por descabelladas, han sido las opiniones de José María Muría; quien deseaba que El Refugio fuera una
sucursal en Tlaquepaque del Colegio de Jalisco, el cual tiene su sede en
Zapopan; esto sería mediante la asignación de un cuantioso recurso municipal
para su sostenimiento. Para Jesús
Guerrero Santos, El Refugio sería un lugar ideal para hotel, según lo expresó
alguna vez que se le pidió su opinión. Alejandro Cravioto por poco logra que El
Refugio sea convertido en un museo nacional de la cerámica.
Alejandro
en ese intento alcanzó a modificar todos los patios del área llamada ahora
“comercial”, gracias a un recurso que consiguió en la Cámara de Senadores,
pero, al igual que en las piñatas, su tiempo se acabó, y no culminó su obra.
Ese
proyecto fue su principal eje laboral, que en trabajos de levantamiento,
ejecución de planos, maquetas, pago de honorarios, elaboración de presupuesto y
puesta en práctica de algunas acciones como tirar las fuentes
arquitectónicamente llamadas “ojo de buey”
(cuadradas o alargadas) recubiertas de azulejos de talavera, que
existían en cada patio, se gastó una suma millonaria.
No
obstante los intentos de cambiarle su vocación, siguió vigente el pensamiento
del adquiriente de este bien, Lic. D. Porfirio Cortés Silva, quien lo destinó
para Casa de la Cultura desde 1983.
Desde El Refugio se alcanza a
ver la parroquia
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Este número, como
los 8 anteriores, lo costean los
compañeros:
Vicente Moreno
Barba y el maestro
Marcos
Hernández Cruz
Vicente Moreno
Barba Marcos
Hernández Cruz
Son
varias las personas que han intervenido en El Refugio a lo largo de la
historia.
De
esa manera en tiempos de El Refugio como casa de cultura, el primer personaje
que aparece es don Porfirio Cortés Silva,
quien en lo personal me contó acerca de su honda preocupación por la carencia
promocional de los valores culturales del municipio, cierto, me decía,
infinidad se han perdido, pero vamos preservando las que quedan. En aquel
tiempo todavía quedaba arraigada la costumbre del Viernes de Dolores, el
levantamiento del Niño, los Papaquis, la Chirimía en la Cuaresma, las Siete
Palabras, las Tres Caídas, el palo encebado, el domingo de Ramos, las
Pastorelas etc.
Por
eso don Porfirio pensó que en el abandonado hospital, podría tener su cuna la Casa de la Cultura, y
sucedió: aquí nació la casa, y aquí sigue con el mural de
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Guillermo Chávez
Vega en la
antigua capilla y el piano de media cola Rosental con que fue equipada la
capilla por Don Porfirio.
El
Día de Muertos, no juega un papel importante en los usos y costumbres
ancestrales del pueblo de San Pedro, su influencia se siente en 1990 cuando el
alcalde en turno, Alfredo Barba
Hernández, llama a un concurso de
Altares de Muertos. Desde entonces en El Refugio se montaron esos estrados
adornados
de mil colores y figuras en concordancia con el retablo. Fueron subiendo de
calidad de manera que llega un momento en que son verdaderos portentos de arte,
y se estimulan con premios para sus creadores en efectivo y en especie, de tal
forma atrayentes, que los concursantes se sienten verdaderamente motivados a
llevar a cabo un trabajo digno.
Los
turistas no caben en El Refugio, es tanta la admiración, que otro personaje que
tiene que ver con el tema de El Refugio es Noemí
Macedo Martínez, quien, recién
nombrada Directora de Cultura tuvo la idea de sacar las muestras de altares de
muertos a las calles. Empezó por la calle Independencia y se extendió en los
próximos años a la Calle Juárez. Los altares de muertos han venido a menos por
la pandemia.
Tres
décadas atrás, sin embargo, El Refugio aparecía un tanto abandonado. Si bien la
Escuela de Artes Plásticas, de la cual nos ocuparemos más adelante, ya formaba
parte del quehacer cultural, la Oficialía Mayor de Cultura, ocupaba tres
oficinas cuando mucho, en el ala de la capilla, y así pasaban los años porque
aunque, desde 1977, el Premio Nacional de la Cerámica tenía su sede de
premiación aquí, la capilla o el Patio San Pedro se llenaban de vida sólo un
día del año: 29 de junio, sin variación, por muchísimos años. La administradora
de la naciente Casa de Cultura era la señora Berta Hinojosa.
Con
la puesta en juego de ENART (Exposición Nacional de Artesanías) por los
integrantes en turno de la Cámara de Comercio de Tlaquepaque, se empezó a
sentir más movimiento.
Un
incremento mayor recibió al erigirse el Museo del Premio Nacional de la
Cerámica, para lo cual se designó la capilla y los cuartos del antigua Casa de
Ejercicios El Refugio.
Debemos
recordar que el viejo nosocomio se llamó Hospital y Casa de Ejercicios El
Refugio, pero interiormente una parte era hospital y otra era casa de
ejercicios. La casa de ejercicios tenía su límite al sur hasta la hilera de
cuartos que hoy son aposentos para exhibición de piezas del museo, es decir,
hasta las rejas de hierro que dividen las escaleras de piedra de la actual
“área comercial”. Aquí empezaba el hospital propiamente dicho que contaba
también con su capillita, una ermita, sencilla, sin mayor gracia, sin la pompa
del soberbio templo de la Casa de Ejercicios. En la capillita del hospital se
pueden ver ahora fragmentos o restos en filigrana con pintura de aceite, muy
propios del siglo XIX que adornaban los
muros de la capillita.
En
la parte de la Casa de Ejercicios, en la capilla y cuartos anexos quedó
instalado el Museo del Premio Nacional de la Cerámica, en el cual intervinieron
personajes como Marcos Rosas Romero,
Alejandro Sánchez Santana, Mario Hermosillo, Carlos Sánchez y Bernardo Carlos,
entre otros. La idea del museo fue de este último, quien convenció del proyecto
a Marcos Rosas en las vísperas de celebración del 150 aniversario del
nacimiento de Pantaleón Panduro. Se decía que Pantaleón había nacido en 1830
(Ramón Mata Torres)) pero yo encontré su fe de bautizo el 27 de julio (día de
San Pantaleón) de 1847 en los libros de la
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parroquia.
En 1997 se cumplía ese bicentenario y medio, había que hacer algo: un libro y
el museo, dedicados a Don Pantaleón. Era
el año 1995. Marcos Rosas Romero aceptó,
que con las piezas arrumbadas desde 1977 del Premio Nacional de la Cerámica se
iniciara el museo con el nombre de Pantaleón Panduro (los descendientes se
molestaron, no querían que se usara el nombre de su antepasado).
Vamos
en proyección retrospectiva en busca de personajes que le han dado vida al Refugio y nos encontramos a
los fundadores de la Escuela de Artes Plásticas.
Don
Porfirio se fue, pero dejó sembrada la semilla de la cultura. Fue hasta el año
de 1987, cuando gracias a la visión artesanal de Francisco Padilla (padre del canta autor), de Rodolfo Arroyo, de Antonio
Orona, de Mario Reyes, de Rigoberto Reyes, de María de la Paz, de María soledad
Briseño Morales y de Andrés González
(padre) que se formó la escuela de Artes Plásticas. Ellos fueron la primera
planta de profesores de la escuela. Era abril del año mencionado.
En
seguida se estructuró la Oficialía Mayor de Cultura, con el Dr. Sigilfredo Hernández a la cabeza de
dos departamentos: Educación, uno y, Salud, otro. El Ing. Gerónimo Sahagún Moreno fue el siguiente oficial y los mismos
departamentos: Salud, y Educación.
En
la administración 1995-1997, surgió la Dirección de Educación y Cultura que
sustituyó a la Oficialía Mayor de Cultura, con Alejandro Sánchez a la cabeza y con jurisdicción sobre:
Bibliotecas, Premio de la Cerámica, escuela de Artes Plásticas, Museo Pantaleón
Panduro. Siguió en el mismo periodo Carlos
Sánchez Quintero. El mismo esquema prevaleció en el gobierno
municipal 98-2000.
Alejandro
Cravioto
sustituyó a Carlos Sánchez y tuvo a su cargo la Dirección de Educación y
Cultura del 2001 al 2003.
Retomó
el poder el PRI y Salvador Miranda
Lozano tomó a su cargo la Dirección de Educación y Cultura y surgió el
departamento de Promoción Cultural dentro de la dirección de Educación y
Cultura a carago de Virna Pérez Gómez.
Más tarde se creó un departamento más: Difusión Cultural, que estuvo a cargo de
Felipe Villalobos, en tanto Virna
era sustituida por Gerónimo Sahagún.
Por unos meses se hizo cargo de la Dirección de Educación y Cultura Mauricio Monclova Aceves. Cuando el PAN
volvió nombró a Marcelo Chávez Contreras
en el puesto a quien siguió Jesús
Guzmán Gómez y regresó el PRI con Berenice
González Jiménez y Noemí Macedo Martínez, como encargada de Promoción
cultural. Ella hizo las gestiones necesarias para que Cultura se desligara de
Educación y de esa manera surgió la Dirección de Cultura.
La
Dirección de Cultura tuvo como primera directora a Noemí Macedo Martínez quien al dejar el puesto de Promoción
Cultural, nombró a Manuel Gómez como sustituto. Ella terminó al mismo tiempo
que el PRI su papel, y al surgir Movimiento Ciudadano, Carlos Sánchez fue nombrado Director de Cultura, pero muy pronto
dejó el cargo y apareció en su lugar Ricardo
Duarte Méndez, quien renunció y quedó la dirección en manos de Sandra Carvajal Novoa. Tras de cada
renuncia a partir de Carlos Sánchez hay una historia que contar.
Aquí
terminara la lista de personas que en puestos de importancia han tenido que ver
con el desarrollo de la Casa de la Cultura de San Pedro Tlaquepaque, si no
fuera, porque al esfuerzo ha venido a sumarse la Dra. Sara Susana Pozos Bravo, quien con una visión diferente para
el pueblo en lo cultural ha movido y aceitado el resorte de todas las poleas
del mecanismo, después de estar un poco oxidado. Y, colorín colorado. . .
estamos cabalgando, dijo Don Quijote.
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El
Refugio en sus tiempos como hospital
En
tiempos pasados, otras personas tuvieron que hacer lo que hicieron, para que
anduviera El Refugio.
Primero
figura Don Francisco Martínez Negrete y
Alba y su hermana Josefa,
quienes compran el terreno, y a su cuenta se edificó el lugar ya con la idea
que fuera hospital de caridad. Desde luego, Fray Luis Arguello Bernal, ocupa un lugar importante entre las
primeras personas que tuvieron que ver con este lugar en el siglo diez y nueve.
Francisco
Martínez Negrete, Fray Luis Arguello
Con
la bendición de la capilla de la casa de ejercicios en 1893, el hospital empezó
dar servicio, ciertamente ocho años atrás se había comenzado a construir. Los
enfermos estuvieron al cuidado de las hermanas josefinas, quienes en calidad de
enfermeras permanecieron hasta 1935, pero dos años antes se les ocurrió
notificarle al heredero de El Refugio que la finca, por haber ellas estado 50
años al servicio del hospital (no tenían ni 40), era de ellas. Para afianzar su
idea tuvieron el apoyo del obispo Francisco Orozco y Jiménez.
El
Hospital y Casa de Ejercicios El Refugio muy pronto dejó de llamarse así. En el
mismo año de la muerte del benefactor Don
Francisco Martínez Negrete (1906) sus hermanas Francisca y Josefa de los
mimos apellidos, pusieron en funciones un ala del hospital para dedicarlo a
mujeres enfermas mentales y el Refugio comenzó a llamarse Hospital del Refugio
y Casa de Salud Josefina.
Beatriz Meneses fue la monja superiora que
arrancó junto con nueve compañeras más la atención en El refugio, junto con el
capellán Luis Rubio.
A Rosa Orozco, otra monja superiora por 1920 le toca atender la demanda del gobierno de la República al declarar bien nacional al Refugio y otras finca de San Pedro Tlaquepaque. Para 1922, el gobierno regresó a sus dueños lo requisado.
En
cuanto a la pretensión de las monjas josefinas de quedarse con la finca, el
asunto trascendió.
El
Refugio pasó por herencia a don Luis
Castiello, quien al saber las pretensiones de las monjas, siendo él muy
católico, le dijo al obispo que él (don Luis) respetaba los derechos de la
iglesia, pero veía con pena que la iglesia no respetara los de él. Y al no
lograr que la iglesia local declinara sus intenciones de quedarse con lo que no
era de ella, puso en antecedentes a conocedores internacionales de Derecho
Canónico.
El
primer dictamen proviene de la Real Universidad Pontificia de Roma, el 25 de
marzo de 1933, de parte del P. Pedro
Vidal, S.J. Quien con nueve tesis
descarta la poco caritativa intención de las monjas de la Caridad. Dice: “…si
unas monjas alquilan un palacio para poner en él un colegio de niñas, el
palacio en nada varía su propiedad…”
El
27 del mismo mes y año responde Enrique
Keller, sacerdote jesuita, profesor y director de Derecho Canónico en
Walkenburg, Holanda, quien dice:
“… por lo que parece que la
presunción está por la naturaleza laical del hospital…”
El
mismo día firma el Dr. K. Brust,
rector del colegio de Walkerburg, Holanda, quien sostiene una tesis muy
interesante:
“…
los argumentos del señor Arzobispo (Orozco y Jiménez) prueban su amor a la
Iglesia, pero su derecho, no…” ¿amor a la iglesia, es robar?
El
27 de mayo de 1933, vierte su opinión el P.
Eduardo F. Regatillo, de la Universidad Pontificia de Santander Comillas,
niega cada una de las razones que aducen las monjas y el obispo para quedarse
con la casa.
Juan B. Ferreres, del Colegio máximo de San
Ignacio, Barcelona, el 2 de junio de 1933, dijo que las josefinas están en casa
que no es de su propiedad.
El
7 de junio de 1933, el P. Félix Capello,
profesor de la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma, vistos todos los
dictámenes, concluye “…que concuerda en
lo sustancial con los pareceres de los demás canonistas nombrados”, es decir,
acaba con las intenciones de las monjas josefinas y del obispo.
Las
monjas josefinas tuvieron que desalojar, por sus ambiciones, el Hospital y Casa
de Ejercicios y fueron contratadas las monjas de Sagrado Corazón, como lo
fueron las josefinas: como enfermeras.
8
Apéndice
Hasta ahora se han
escrito cuatro folletos sobre El Refugio pero, en ninguno aparecen los datos
hasta aquí consignados, dado que, son resultado de nuevas investigaciones
ordenadas por la actual directora de Cultura, la Dra. Sara Susana Pozos Bravo
en su afán de llegar a conocer la verdad sobre la historia de este lugar. Los
datos siguen surgiendo y se han acumulado para tener suficiente material y en
el futuro tener un libro hecho y derecho sobre El Refugio.
El primero es de doce
páginas, el segundo de 20, tamaño media carta.
El
segundo es a todo color tamaño especial en 24 páginas, el primero es tamaño
carta, 20 páginas.
9
Conclusión
Varias
son las personas que de un modo o de otro, han tenido que ver con el
funcionamiento del hoy Centro Cultural El Refugio, Casa de Salud Josefina u
Hospital y Casa de ejercicios El Refugio.
En el cuerpo de estas
cuartillas han quedado los nombres de:
Arguello
Bernal Luis.
Arroyo
Rodolfo.
Barba
Hernández Alfredo.
Briseño
Morales Ma. De la Paz.
Briseño
Morales Ma. Soledad.
Bustos Carlos.
Capello Félix.
Carbajal Novoa
Sandra.
Carlos Casas
Bernardo.
Carrillo
Tornero Jesús
Castiello
Luis.
Chávez
Contreras Marcelo.
Chávez Vega
Guillermo.
Cortés Silva
Porfirio, fue quien compro El Refugio.
Cravioto
Alejanddro.
Duarte Méndez
Ricardo.
Ferreres Juan
B.
Gómez Manuel.
González
Andrés.
González
Jiménez Berenice.
Guzmán Gómez
Jesús.
Hernández
Sigilfredo.
Hinojosa
Berta.
Keller
Enrique.
Macedo
Martínez Noemí.
Martínez
Negrete Francisco.
Martínez
Negrete Francsica.
Martínez
Negrete Josefa.
Meneses
Beatriz.
Miranda Lozano
Salvador.
10
Monclova
Aceves Mauricio.
Orona Antonio.
Orozco Rosa.
Padilla
Francisco.
Pérez Gómez
Virna.
Pozos Bravo
Sara Susana.
Ramírez
Rafael.
Regatillo
Eduardo F.
Reyes Mario.
Reyes
Rigoberto.
Rosas Romero
Marcos.
Rubio Luis.
Sahagún Moreno
Gerónimo.
Sánchez
Quintero Carlos.
Sánchez
Santana Alejandro.
Vidal Pedro.
Villalobos
Felipe.
En
la actualidad
La
Dirección de Cultura tiene su sede en el Centro Cultural El Refugio y es
responsable del mantenimiento del edificio. Desde ahí se coordinan las
actividades de Administración, escuela de Artes Plásticas, Museo de Premio
Nacional
de la Cerámica Pantaleón Panduro, Bibliotecas, Crónica Municipal y Promoción y
Difusión Cultural.
Los
encargados de esas áreas son: Administración: Lic. Gabriel Pérez Padilla. Bibliotecas:
Lic. Lilia Gabriela Huerta Ventura. Crónica Municipal: Bernardo Carlos Casas. Escuela
de Artes Plásticas: María de los Ángeles García Sánchez. Promoción y Difusión
Cultural: Lic. Nadia Giovanna Aceves Ramírez.
------
*
Cultura
¿para quién?
Por Juan Manuel
Algún tiempo atrás un amigo me
expresó una anécdota interesante (creo yo) comentó que no entendía por qué o
para qué la gente leía, se preguntaba: ¿De qué sirve? Y ejemplificaba: si estás
dormido o te aíslas no es útil ni para él ni para otros, en cambio si cultivas
la belleza o el desarrollo de tu cuerpo, siempre va a ser palpable el logro
alcanzado. Cuando conocí esta anécdota me pareció extremadamente superficial y
no le di mayor importancia, sin embargo quedó ahí
11
latente y cierto día en el que
el padre de todos los vicios (el Ocio) hizo mella en mí esbocé algunas ideas
que ahora te comento.
Muchos de los que leemos lo
hacemos para conocer y adquirir ideas, opiniones, experiencias y situaciones
que de otra forma no conoceríamos (ir al espacio, al centro de la Tierra etc.)
y de esta forma nos acercamos a la experiencia que otros vivieron sin arriesgar
nuestra salud, integridad o economía, por ejemplo conocemos la vida en prisión
y las razones del crimen por el cual fue castigado el pintor de la novela El
Túnel de Ernesto Sabato.
Una lectura somera del texto
nos puede llevar a entender y justificar tal delito, al adentrarnos en la
piscología del personaje y conocer progresivamente el desarrollo de los
elementos que conducen al momento culmen de la historia (que en la novela sirve
de punto de partida) así mientras que en la vida “real” ninguno de nosotros
justificaría un crimen, porque lo “normal” sería que las instituciones de
justicia se hicieran cargo de tal hecho en nuestra imaginación o pensamiento
podríamos asumir la calidad de “juez” u atrevernos a calificar dicha acción.
Hay quien se atreve a creer que lo mejor de la realidad en la ficción sin
olvidar que todo horizonte artificial es mero velo, disfraz y pretexto.
Todos conocemos los proyectos y
dibujos de Da Vince que, con una gran capacidad de inventiva soñó con
soluciones o planteamientos teóricos (como poder volar), desafortunadamente las
condiciones de materiales y la ciencia mecánica no tenía el desarrollo para
llevar a cabo tales ideas. Pensemos también en Julio Verne y sus fantásticas
obras que ponían al hombre a través de todo el mundo en sólo ochenta días, o en
las profundidades del mar, o en las entrañas del planeta etc.
En este sentido la imaginación
e inteligencia se convierten en herramientas útiles para derrotar la
servidumbre de la ignorancia.
En un mundo donde cada vez más
actividades se automatizan como sinónimo de progreso y civilización pensar se
convierte en un lujo y privilegio.
Afortunadamente en el punto de
la historia de la humanidad que nos encontramos, aun se ve lejana la
posibilidad de que
una máquina (celular,
computadora) tome decisiones en nuestro lugar. ¿O no?
*
La
consulta
Es nuestro deber como
ciudadanos estar al día sobre lo que se dice y lo que se hace en bien o en mal
del pueblo. Como mexicanos, todo lo que se hace debería de ser para bien, pero
hay quien, lo bueno, le parece malo y lo malo, bueno. Lo que pasa es que el
pueblo no siempre es el mejor juez para decidir si lo que se propone es bueno o
es malo, porque el pueblo, aunque sabio, es sabio en su gallinero, es sabio en
su corral, en su árbol, pero no ve el bosque. Una calle empedrada, mejora a una
polvosa; una calle pavimentada, mejora a una empedrada, pues, oiga bien lo que
le voy a decir: en todos los pueblos de los cuales he escrito libros (Colotlán,
Atolinga, Momax, Tepechitlán, Tamazula, Zapotlanejo, San Cristóbal de la
Barranca, Tlaltenango, García de la Cadena, Ahualulco, Teuchitlán, San
12
Martín Hidalgo,
Tlaquepaque
etc.) se oponen las mayorías a que la calle empolvada se empiedre, y a que la
calle empedrada, se pavimente. ¿Por qué? Porque somos muy gallos… en nuestro
gallinero.
La consulta es una
herramienta que le da fuerza a la democracia, pero como nunca se había hecho,
le tenemos pavor y más, como se hizo: ¿la enredosa pregunta de dónde salió?
Para decir sí o no, no era necesario tanto guiri guiri. El universo de un
tercio de la población quién lo determinó, no es una base estadística. Si un doce
y medio por ciento de un universo se recomienda para una representación, según
la curva de Gaos, porque subirlo a un 33 por ciento. Aquí, queramos o no, hay
gato encerrado y todo conduce a pensar por la capciosa pregunta y por el
universo representativo de la población, se deduce que alguien quiere ponerle
zancadilla al proyecto.
El hecho de que los
pocos que votaron se hayan decidido en abrumante mayoría por el SÍ, es cosa que
les da miedo a los que quieren el NO.
Ojalá que en marzo de
2022, cuando se haga la otra consulta popular para determinar si el pueblo
quiere que AMLO renuncie o siga, simplemente en la boleta diga: ¿Desea que el
presidente siga? SÍ o NO. Y que la muestra representativa se base en la
estadística y no en ocurrencias de alguien.
Su amigo: Bernardo
Carlos Casas
La
Hojita de la Crónica, órgano cultural de la Crónica y los
Cronistas Honorarios, sin frecuencia de aparición. Misión: promover la Historia
de Tlaquepaque. Fundador Bernardo Carlos Casas, 8 de enero de 2020.
Colaboradores fundadores: Vicente Moreno, Juan Manuel, José Antonio Galán
Amézquita, Bececé, NödeharD´Skrebir, Isaac Padilla. No. 49, 1 de agosto de 2021.
bercar_casas@hotmail.com
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