viernes, 26 de marzo de 2021

La Hojita de la Crónica No. 37

 

la hojita de la

Crónica

Fundador: Bernardo Carlos Casas    Tlaquepaque, Jal., 15 de marzo de 2021      No. 37

Santa María Tequepexpan

Y sus tradiciones

Santa María, atrio y parroquia

Extracto de una plática entre vecinos de este pueblo, convocados por el fallecido profesor Ramón García Cordero. Es una entrevista antigua publicada en el libro Santa María ayer y hoy, agotado, pero que no deja de tener vigencia.

 

En este número escriben: Juan Ranchero, Carmen Ochoa, Ripio, y Bernardo Carlos

 

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Santa María

Por Bernardo Carlos Casas

“Yo me acuerdo que cuando estábamos chicos nos ponían a rezar el rosario y en vez de hacerlo con todas las erres, en vez de rezarlo bien, decíamos en voz baja: Santa María, mata a tu tía, dale de palos hasta que se ría, en respuesta al saludo mariano:  dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú entre todas las mujeres, bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Llegado el momento del Padre Nuestro, rezábamos con toda devoción y con las manos juntas: Padre nuestro que estás en los cerros, tú cuida las vacas y yo los becerros. El Dios bondadoso  lo agradeció, la tía chimolera ,  nos pellizcó.

 

Dicen que hablando se entiende la gente y quizá pocos haya que duden de tal aseveración, por eso un día, el Sr. Delegado Municipal de este lugar, Prof. Ramón García a instancias de quien esto escribe, reunió a un grupo de personas, y en la delegación, cuando el sol baña con sus rayos mortecinos la plaza, cuando por las calles la chiquillada juega, cuando aparecen los vendedores vespertinos, cuando las viejecitas temblonas empiezan a llegar al templo; comenzamos a platicar sobre distintos tópicos del pueblo, como por ejemplo, cómo era antaño la celebración festiva.

Interior parroquial

 

“El día 29 de noviembre se celebraba la primera alba y, desde luego, los tamales y el atole no habrían de faltar; eran muchas ollas de tamales, tantas como para satisfacer a plenitud el estómago de todos los moradores del lugar e invitados. Se preparaba más de un hectolitro de maíz para la masa de los

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tamales y con 5 ó  6 medidas de la misma gramínea para hacer el atole y dicen, que no sobraba ni un solo tamal ni un jarro de atole, ni siquiera para muestra. Quizá por aquello de que a caballo regalado no se le mira el diente, o por lo otro que dicen aquí: que de gollete hasta un puñete. Hay quien agrega  que a la gorra, no hay quien corra.

“La música llegaba desde un día antes, y se les daba de comer y de cenar a los músicos que desde endenanates, ya estaban tripones, pero que no habían parado de tocar desde el alba. La costumbre desapareció, curiosamente cuando apareció Gabino, quien dijo que era anticuado que mejor se pensara en birria, pero viera qué bonito era antes cuatro o cinco personas se repartían la responsabilidad de atolito y los tamales, platica doña María Leonor Silvestre García, quien hoy tiene 65 años y le tocaba hacer 20 medidas de tamales.

“Danzas con pastorela había entonces, y como no había plaza, por las calles se ponían vendimias; plaza hubo hasta que don Vicente Silvestre Carranza compró el terreno con ese fin.

Delegación

Vaivén de ideas, unas van otras vienen; alguien de repente se acuerda de cómo por los años posteriores a la revuelta cristera, compraban sus víveres en Libertad y Colón, calles de la Perla Tapatía, y a pie o a caballo se venían por el antiguo Camino Real de Colima, al igual que cuando deseosos de deleitar la pupila con alguna película del enmascarado de Plata o El Águila Negra contra las Momias, acudían al viejo cine Juárez y por 80 centavos en luneta ó 40 centavos en “gallola” se divertían con la exhibición de tres películas del mismo corte, y por lo mismo veían los cortos de las siguientes películas, a pasarse en las próximas semanas, y los anuncios fijos que no habían de faltar.

No deja de asombrarlos que no obstante estar tan lejos de la ciudad capital, salían del cine ya noche y desde las vías del ferrocarril hasta San María

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aquello eran barbechos, arroyos, lomitas y huizachales y sin embargo “nunca fueron molestados ni en sus personas ni en sus haciendas”.

Afloran a su mente gentes del ayer y recuerdan como si ahora fuera la buena fama de empedradores que tuvieran, sobre todo en las personas de los Cordero, familia muy afamada en ese campo. Pasan luego a platicar de los mesones, el de las Banderas, el de Guásimas y el de Celedonio Ortiz. Al primero llegaban ganados de Tepic porque tenía extensos corrales y cuentan que como era tanto el animalero, se gastaban buena cantidad de maíz para alimentarlos y para mejor reforzar lo dicho, aseguran que ellos llegaron a juntar hasta dos costales del preciado grano, de puras sobras que desperdiciaban las bestias.

Gentes de ayer y hoy

Tíos de Ramón García cordero, en la Revolución

El amigo Jesús (derecha)

 

 

 

 

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Doña Graciela García

Don Pedro, hermano de Eustolia Lara

 

Cuestan también de los ojitos de agua y dicen que los dueños del terreno donde éstos manaban, los taparon con cemento para que ya no saliera el agua y manifiestan que es cierto lo que se dice en el sentido de que los veneros surtían de agua a la presa grande. Ellos en esta tarde están tan felices, dando rienda suelta a su imaginación, que les tiene muy sin cuidado si de un tema saltan a otro sin que tenga uno ilación con el otro, razón por la cuál tocan de nuevo el tema de las danzas y se acuerdan que las hacía Pedro Reyes y don Liberato Esqueda mientras don Anastacio (Aguayo) hacía ollas, cántaros, jarros y cazuelas (fue el Sr. que cuando murió no le hizo el cura exequias en el templo y sus familiares le rezaron en el atrio).

No sacan a la virgen, se acordó doña Leonor, porque el hijo de Lupe, el que estaba medio destrampado la quebró “se drogó, la bajó, la rompió” dice doña Leonor, quien se acuerda también, que el primer templo, le dijeron los antiguos, se hizo en el cerro, era de adobe, pero como los de San Sebastianito se estaban metiendo en su terreno se bajaron y se asentaron en esta parte plana, el adobe del templo era del bueno, del hecho con jal, sin pasojo de burro pero sí con zacate. La bóveda del templo actual está hecha con cántaros, dijeron.

De repente cambian de tema a una indicación del delegado y platican del zafarrancho que hubo hace como 60 años y dicen que el jefe de allá era muy “largo” y los de acá muy pobres.


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“Hubo una junta para definir límites porque los de allá querían todo el terreno y los de acá tenían títulos, pero no hubo tal junta, los de allá los esperaban con armas y a éstos les dijeron que fueran sin armas, ante la desventaja vino la muerte de Liberación Robles, Emilio Ruvalcaba y tres muertos más. “Mi papá era el presidente y nos mandaron decir que ya estaba con la lengua llena de tierra, que fuéramos a recogerlo”.

 

Alguien se sale del tema y comenta que la Casa Fuerte de Santa María estaba donde ahora está la bodega del refresco y que era para proteger a los arrieros y viajeros y ya dueño de la palabra, dice que Santa María era muy grande que llegaba desde aquí hasta Las Higuerillas y la Correccional, que las ruinas del hospital antiguo del pueblo, estaban al lado del actual templo.

Casa vieja. . .

 

En la conversación surge de nuevo el tema de los festejos para aclarar que en aquel entonces, el 29 era el primer día del festejo, el día 7 era el segundo y el 8 el último que sólo eran tres días pero salteados, porque no había dinero. Hacían lumbradas el día 7 y ahí hacían la cena para los danzantes y era el mismo lugar donde se reunía la gente.

“Oiga”- le dijeron al difunto Ceferino- “Ud. No sabe por qué nos dicen tecuejos?- No, eso si no – “dijo el difunto” – pero sí sé por qué le dicen raneros a los de San Sebastianito: porque les gusta encuerar muchachas”.

De todo se habla en aquella tarde otoñal, hasta de cómo don Pablo Quevedo, es aquí el iniciador del solfeo y cómo bajo su dirección se formó una orquesta, para lo cual cada quien compró su instrumento. Al dejar don Pablo la orquesta, los maestros que empezaron a venir cobraban por su trabajo de enseñanza y vino a menos la orquesta hasta que se acabó. En su tiempo este conjunto musical alcanzó fama suficiente como para presentarse en lugares

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diferentes. Algunos de sus integrantes eran: Rosalío, José Gavilán, Pablo Quevedo, Zenón Cordero, Eligio Lara y otros más.

Aquella tarde la grabadora registró las voces de doña Leonor Silvestre García, D. Luis Ochoa Pérez, D. José Larios de la Torre, D. Ciriaco García Mejía y el Prof. Ramón García, quienes en busca de contribuir para esta causa, atropellan sus palabras como si fueran caballos que salen por un solo carril.

Casa nueva

 

Dicen que eran aquellos tiempos difíciles en verdad y cuentan cómo don Calixto escondiendo a su familia en un pozo tapado con una piedra laja, pudo salvarla de los malvados rufianes que llegaban a Santa María, más en busca de alimentos que de camorra, en aquellos años de revueltas.

De repente la veleta de la conversación cambia de rumbo y ya están platicando de cómo en el lejano ayer, para ir a Guadalajara, se tenían que poner “curros” porque allá no querían pelados calzonudos . “y aquí a puro calzón blanco con ceñidor, oiga, pos qué podíamos hacer, pos prestarnos el pantalón, y ahí vamos con el mentado pantalón puesto encima del calzón, parecíamos monos rellenos, pero pues era la moda...no haiga usted visto, con sombrero de soyate o con china, viera que dábamos el gatazo...era en aquel tiempo cuando los yugos para los bueyes se hacían con florecitas grabadas en la madera...las vacas eran corrientes...había monte en el Cerro del Cuatro...en vez de antena había una cruz...se daban aquí pitayas, zapotes, guayabas, tejocotes, guaje y había armadillo, coyote, conejo, tejón y hasta gato montés...”- dicen los señores.

Maestra muy querida de aquellos que hoy casi son bisabuelos, fue Felícitas, a quien recuerdan practicando su castigo favorito: de rodillas sobre piedras de

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hormiguero, tal vez su dura forma de ser, fue para los desordenados la única manera de enderezarse y se hasta hoy, hombres de bien; no así para quienes ya nacen con el espíritu de razonado criterio y que no se requiere meterles las letras con sangre –que ni que fueran inyecciones- para esas personas ecuánimes, si resulta rudo un carácter así, entonces las opiniones en cuanto la actuación de Felícitas puedan variar porque están viendo con ópticas diferentes, en lo que sí todo mundo está de acuerdo es que fue una buena maestra a quien, después de muchos años se le recuerda con cariño.

Ella fue esposa de don Pedro, aquel hombre que fue muerto por rencillas infundadas, cuando decían que aquí éramos los “guajeros” y allá los “ganaderos”, allá hacían los problemas y acá nos los achacaban, pero don Pedro era listo, conocía ciertos secretos políticos y por eso con engaños, Carmen Robles lo sacó de su casa el día que lo mataron.

Muy amena y animada está la plática a cual más de interesantes son los temas que se tratan. A don Luis Ochoa, por ejemplo, le parece que hacía mucho tiempo que no se ponía a charlar así, a pierna tirante, con gente que sabe, saboreando una fría coca-cola de las ahora envasan en lata de aluminio, sobre las cosas viejas del pueblo y antes de ir a “tirar el agua” dice que lo esperen, que no tarda, porque no quiere perderse ni un solo detalle de lo que diga.

En agradable ambiente la tarde avanza y la plática también. Dicen que el primer delegado de que ellos tienen memoria fue José Gavilán a quien mataron por robarlo, pero nada más por hacer la maldad. El se dedicaba a vender cal y carbón en un burrito. El segundo delegado fue Vicente García a quien quitaron por no convenir a los intereses de Lorenzo Ochoa. Pedro “El Elote” por apellido González Cedeño, fue el tercer delegado, muy querido del pueblo y seguramente de los caciques y mandamases también, dado que duró 30 años. Después sigue Juan de Alba, Ramón Mena, Juan Quevedo, Ramón García Cordero, Luis Aguayo Márquez, Vicente Trigo y de nuevo García Cordero que repite en el puesto. Por cierto afirman que el Sr. Alba era magnífica persona, jamás hizo caso de provocaciones y le llegaron a balacear su casa, ya mayor falta de respeto no haber, a rayar su madre y él permanecía sin inmutarse, sabía quizá “que no hay pinacate que suba media pared” como dice el dicho.  O, “dichos no rompen panza”, o “a chillidos de puerco, oídos de matancero”

Hace recuerdos, aquel grupo de personas y evocan tiempos del padre Velázquez a quien deben la introducción del servicio eléctrico y el drenaje. Dicen que el 16 de septiembre les decía que había llegado el día de calar las pistolas y era una tronata, que válgame Dios, decía que ese día, era “día de bala”, así como el día de la Santa patrona, era de cohetes y castillo.

¿Qué si hay dinero enterrado? Si, sí hay y algunos ya los han hallado. En el Zalate por ejemplo, gentes muy conocidas dieron con la pura pachocha, por cierto uno de ellos murió al tiempo de tos, por el azogue. Otro tesorito estaba

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bajo las raíces de un guamúchil que al hacer el periférico tuvieron que tumbar y al ver los chorros de moneda los maquinistas dejaron el trabajo y se fueron. En cuanto La Llorona, aquí sí hay que detenerse un poquito, porque aquí La Llorona sí existe –dicen los entrevistados- quienes agregan por boca del mismo delegado, que si o fuera La Llorona cómo se llama entonces al fenómeno en el cual se oye el paso de un carruaje, se pone frío el ambiente y luego en seguida se oye una voz de mujer que poco a poco se pierde, pero bien claro dice: “Ay mis hijos” y no se ve nada. En el molino se oyó la voz y una persona amaneció muerta con más de 30 puñaladas en el cuerpo. El grito de La Llorona es presagio de muchos males.

La conversación vuelve a la banda: la orquesta tenía 13 elementos entre quienes se recuerda a Merced Robles, violín; Pedro Silvestre, violín; Ignacio Flores, violín; Justo Robles, clarinete; Benito Gutiérrez, chelo; Nemesio Robles, tololoche; Manuel Gómez, trombón; Exiquio Robles, trompeta y Ciriaco, también trompete. Música anteriores fueron José Gavilán, Antonio Mexicano, Raymundo Modesto, Eligio, José Gaytán y Alberto Cordero.

En las remembranzas de aquella tarde no escapa Urbanita ¡Ah qué mala suerte de mujer! Casa con un tal Bernabé Ortiz, se la lleva a México y al tiempo Urbanita regresa a Santa María, ante la problemática tan intrincada que era para ella vivir con Bernabé. Acá viene a caer en brazos peores, al casarse con Alberto Aceves y este individuo de raro poder, la volvió loca de remate y también corrió la misma suerte otra mujer que después tuvo Aceves. Urbanita volvió a tener un hijo ya cuando no sabía de ella y lo mató y ella muy seguido sin ropa se paseaba por la plaza y las calles. Joven, puta y loca murió: Quizá hubiera sido mejor, dicen, que hubiera muerto virgen y mártir. Dios de todos modos la ha de tener en su santa gloria, nadie es culpable de su suerte avara.

Centro Sur, plaza comercial

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Emergen, de las mentes echadas a volar de este grupo, recuerdos como el que evoca el primer radio que llegó aquí y dicen que lo trajo Agustín García, quien tuvo también la primera televisión y cobraba un veinte a todo aquel que quisiera verla y ahí les vendía cigarros, refrescos, palomitas, chicles, dulces y dicen que para los grandes, bebidas alcohólicas también. Aquello ya era un negocito pero la novedad era grande y el gusanito de conocer el invento, inaguantable. Por eso don Guadalupe Cordero y después don Isaac, compraron también sus televisores y éstos fueron los primeros aparatos que llegaron a Santa María Tequepexpan.

Ahora, nuevos aparatos se han venido a sumar al bienestar de las familias. Las personas, en buen número de ellas tienen hornos de micro ondas, computadoras fijas y portátiles, conexión a internet, televisión por cable, es decir, Santa maría es otra, pues al sumar a lo anterior la plaza comercial del periférico, que es un centro comercial moderno y bien diseñado, nos posesiona  a nivel de una ciudad media. Bueno fuera que a ese ritmo de cambios, nosotros como individuos, también hubiéramos cambiado, a manera de ser más humanos y comprometidos con el prójimo.

Así era antes

 

El domingo 28 de agosto de 2005 el Semanario, órgano de la diócesis, publicó bajo la pluma del Pbro. Eliézer Amezcua, un artículo sobre Santa María. En alguna parte dice: “toda comunidad parroquial tiene heridas y Santa María no es la excepción. Hay recuerdos amargos en el caminar parroquial, como cuando el Municipio de Tlaquepaque otorgó permisos para la instalación de dos tiraderos de basura, a los que se añadieron cinco clandestinos, afectando

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el manto a fines del siglo pasado; la administración actual ya los ha clausurado. O cuando fueron desalojadas cerca de mil personas de la comunidad indígena de Santa María Tequepexpan, que pretendían recuperar 200 hectáreas desde el 14 de agosto de1997; la multitud fue expulsada de un predio del Cerro del Tesoro por 400 elementos de la Policía Preventiva  y antimotines, resultando desaparecidas nueve personas y heridas otras tantas.

Ya lo diría en su momento el ex presidente municipal de Tlaquepaque, Sr. Marcos Rosas Romero, en el 10° Cuadernillo de Divulgación tlaquepaquense: “Una comunidad que ha sufrido desde tiempos inmemoriales el despojo de su tierra: Primero, por hacendados faltos de un sentido social y humano, y después por otras personas que no comulgan con la comunidad doliente”.

Desde el problema de la invasión de los indígenas de Santa Ana Tepetitlán al Cerro de Santa Cruz en 1746, hasta el problema del predio del Cerro del Tesoro en 1997, Santa María Tequepexpan ha sido escenario de invasiones de sus predios y litigios que parecen no tener una pronta solución.

*

Los olorosos jarritos

Usted se habrá preguntado, cuál es el motivo por el que ya no existen en ninguna parte de México y del mundo, aquellos olorosos jarritos que incluyera el gran compositor tapatío Pepe Guizar en su son a la Perla de Occidente, a la ciudad de Guadalajara, jarritos que perfumaban el agua que también le daban fragancia los botellones que fabricaba el gran alfarero amigo, señor Nicasio Pajarito y muchos de los alfareros rosarinos,y en un tiempo los ancestros de este pueblo, ahora. En aquel tiempo era un ranchito de a tiro chiquito, pero muy feliz, no había toda la discordia y envidia que hay ahora entre los alfareros, (de toda la república) lugar, donde el señor Genaro Villa que era el dueño del plan a la orilla de este ahora pueblo del Rosario y a la orilla del río que todavía corre por la ahora avenida Malecón, pues este gran señor Genaro era un gran narrador y me contaba acerca de diferentes encantamientos históricos totalmente impresionantes de Tonalá, de la historia de los astonaltecas, de lo que era su gobierno de Titlán, ahora Tetlán, Zalatitlán, ahora Zalatitán y Huentitlán, ahora Huentitán, bueno, pues este señor era el dueño de ese predio bendito del cielo, ya q   ue había un barro canelo que tenía la particularidad, que como tres metros y medio abajo del piso ya quemaba esta loza de alfarería, dije alfarería no artesanía era perfumada fragante, pero estos artículos se acabaron con esta particularidad en que el agua no perdía su perfume y su fragancia, era un placer disfrutar un sorbo en el vaso que tenía de tapón el botellón como lo siguen teniendo hasta esta fecha que toda la gente preguntaba a la señora de la casa “oye tú, fulana, ¿no tienes agua del botellón que me des un jarro? “No, pero tengo una guijolita” “Ah, pues es lo mismo, dame un jarro”, pero no sé cuál es la particularidad o privilegio que dios le concedió al barro, a Genaro o al Rosario en aquel tiempo, o a los alfareros de semejante bendición, ya que de todos los barros canelos que yo conozco, ningún barro tiene ese privilegio.

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 Y, aquí le voy a contar cuantos bancos he conocido en mi vida de Sur a Norte, por favor, y no es presunción, empezando por el kilómetro 15 de la carretera a Chapala, a la orilla de la presa, en el kilómetro 13, al poniente del rancho El Verde, en el Periférico y la carretera a Chapala, a un lado del casco de la hacienda de Arroyo de Enmedio, por Malecón abajito de la Central Camionera, aquí había como un barro negro pero con otras características que le nombraban “Chaute”, que en náhuatl quiere decir barniz, este barniz todavía se le pone a toda la loza que se fabrica en Tonalá, en aquel tiempo mis tatarabuelos y todos los de aquí del barrio de Santa María, ladrilleros, le ponían al ladrillo perón para que brillara el piso y todavía hay cientos de casas en San Pedro y en el centro de Guadalajara, que todavía tienen el brillo a más de 250 años de haberse enladrillado, y tengo los ladrillos en la mano para mostrarlos a quien dude.

Este barro canelo también se daba en las cuevitas, lo que hoy es el fraccionamiento revolución, en el caso de la hacienda de lo que en aquel tiempo era la hacienda del Álamo y de la calle Tuberosa casi hasta el balneario  Lindo Michoacán y a lo que es ahora el parque González Gallo, donde está la gigantera y desde la calzada Independencia hasta el templo de La Luz.

Este barro canelo lo trabajé yo, nadie me lo contó, de 1958 a 1968. También había barro canelo desde espaldas de la parroquia de San Andrés hasta Tetlán. Había por la Plutarco Elías Calles hasta Pablo Valdés y en Huentitán El Alto, a 300 metros del jardín de este pueblo como yendo hacia la Barranca de Oblatos, en una presa que había retiradito de San Gaspar, yendo hacia la Barranca de Oblatos, también muy bueno.

Esta es la historia del barro mágico del ranchito El Rosario, y ningún municipio tiene esa clase de barro, con esta propiedad divina tan especial únicamente para los alfareros de este ranchito. Gracias, muy amablo.

(Esta es una aportación histórica y cultural de parte de su amigo y servidor, Juan Ranchero)

 

(IMAGEN DE Google)

 

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Plaza de Toros “Centenario”

 

Por Carmen Ochoa

Esta plaza fue construida por el señor Juan Ponce de León esposo de doña Lolita Vallarta. Fue inaugurada en el año de 1900 su nombre inicial era el de Luis Mazzantini, cambiándosele después por el del “Centenario” en memoria del Grito de la Independencia. En el año de 1903 un mexicano llamado Arcadio Ramírez “Reverte” tomó la alternativa a manos de Manuel Hermosillo.

La empresa de toros tenía un convenio con la Cia. Eléctrica Chapala y los lunes se hacía una corrida de toros y con el boleto del tranvía clase de primera entraba la gente al tendido de sombra y con el de segunda a sol. Después fue vendida en $6,000.00 (seis mil pesos), y su nuevo dueño Don Luis Álvarez del Castillo por las noches la convertía en sala cinematográfica, aquí no había ningún cine, la entrada era por el lado de sombra que era el de primera y veías la película normal.

Pero los que iban al lado de sol la veían al revés, así duró muchos años hasta que se construyó el cine Tlaquepaque, propiedad del mismo señor.

Esta plaza la rentaba o los prestaba a los carniceros para que festejaran su día, el día del señor Miguel Arcángel. En la mañana hacían un convite vestidos de mojigangas alrededor del Parián, y por la tarde una corrida de toros, con sus “Reinas” para que les pusieran su banda a los más destacados, los boletos de entrada los regalaban a sus clientes.

Ahora casi no tiene uso a habido algunos corridas de toros muy esporádicamente, y algunos festejos civiles.

 

Bibliotecas Públicas de Tlaquepaque

 

La primer biblioteca que conocí fue en el año de 1938 estaba en la calle de Obregón esquina con Independencia la encargada era la señorita Conchita Ayala, que según me platicaron también estuvo al cargo del servicios postal de este lugar.

Yo no sé porque desapareció esta biblioteca, el caso es de que no hubo otra, hasta que en el año de 1975 un grupo de vecinos de esta cabecera municipal encabezados por el Presbítero Humberto Mejía Ruvalcaba y los jóvenes que formaban el citado Comité que eran Zeferino Ramírez, Lic. Víctor Badillo hoy Dr. José Luis Ramírez Murgía, Sergio González, Lic. Bertha y Virginia Navarro son profesionistas, Conchita Arana, Guillermo Ochoa, Martha L. Padilla de Jordán, la madre Asunción Mena y Roberto Jordán Romo, Lic. quien era el presidente del Comité pro Biblioteca Pública.

El 17 de junio de 1976 el señor Simón Sánchez S. les facilitó un local ubicado en la calle Juárez entre Francisco de Miranda y Matamoros. La biblioteca duró en ese lugar hasta el mes de diciembre de 1976 de ahí se trasladó al No. 4 de la plaza de las artesanías en la calle Juárez de diciembre de 1978 cubriendo el costo de la renta una parte el comité y la otra el Lic. Porfirio Cortes Silva, siendo ya diputado federal del cuarto distrito, en esta fecha era presidente municipal el señor Marcos Montero Ruíz, y al no poder seguir cubriendo el costo de la renta el entonces presidente, les solicitó un local en el No. 80 de la calle de Matamoros en donde se instaló provisionalmente, para estas fechas ya estaba en  construcción el actual edificio en la calle de Constitución y Prisciliano Sánchez el costo total lo pago el Lic. Porfirio Cortes Silva quien le había prometido al Comité Pro Biblioteca hacerles esta donación, el 27 de noviembre de 1979. Siendo presidente inerino el señor Pedro Martínez López, entregando el local en donde actualmente se encuentra la biblioteca Flavio Romero de Velasco.

 

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El 6 de agosto de 1985 la biblioteca Flavio Romero de Velasco ingresó a la red Nacional de Bibliotecas, y desde entonces la señora Martha I. Padilla de Jordán ha estado al cargo de la biblioteca y de las 9 más que pertenecen a este municipio de San Pedro Tlaquepaque.

 

Romería de la Virgen de Zapopan

La imagen de la Virgen de Zapopan fue jurada patrona de Guadalajara el 25 de noviembre de 1734 y desde entonces cada año recorre los templos de la ciudad, el 15 de septiembre de 1821 fue declarada Generala de las armas de la Nueva Galicia, el 8 de enero de 1921 fue coronada con autoridad Pontificia.

En sus visitas cuando venía a Tlaquepaque llagaba a la Parroquia de San Pedro se le recibía con alegría y devoción, las calles del pueblo eran adornadas con lazos de papel de china de color blanco y azul, eran todos igual de hermosos pero sobresalían los de la calle Independencia que pareciera un ídolo de color azul y blanco, en cada cuadra ponían los alfareros arcos de flores naturales y al centro de estos una granada con confeti que se abría al paso de la virgen por ello.

La población entera a su encuentro caminando por todo el paradero, los niños y niñas con ropa de indios y canastas llenas de flores.

El señor Lucas Valdivia hacia una alegoría viviente, cada año era diferente.

Cuando la virgen pasaba por el número 211 de la calle Independencia se detenía porque ahí se encontraba la XV zona militar, la banda de guerra de los soldados la recibía con un redoble de tambores como nuestra Generala, los padres Franciscanos daban su bendición a este cuartel, continuando su camino hacia la Parroquia, que se anunciaba su llegada con un repicar de campanas. Por la noche se oficiaba misa solemne, afuera en el atrio la quema de castillo y la banda del pueblo le tocaban a la virgen.

Al día siguiente por la mañana visitaba el templo de San Javier y por la tarde el Santuario de la Virgen de la Soledad. Otro día por la mañana se iba del pueblo a seguir su peregrinaje.

 

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No hay pero descomposición que el arreglo que se hace a una canción

(Ripio)

 

 

 

 

La Hojita de la Crónica, órgano cultural de la Crónica y los Cronistas Honorarios, sin frecuencia de aparición. Misión: promover la Historia de Tlaquepaque. Fundador Bernardo Carlos Casas, 8 de enero de 2020. Colaboradores fundadores: Vicente Moreno, Juan Manuel, José Antonio Galán Amézquita, Bececé, NödeharD´Skrebir, Isaac Padilla.  No. 37, 15 de marzo de 2021. bercar_casas@hotmail.com

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